Ya sabíamos que el partido no gozaba del menor interés estadístico: el Tri, como muchas Selecciones en la cuarta ronda de las eliminatorias, tenía segura su participación en el Hexagonal de la Concacaf, que hace crujir los huesos y saltar los nervios.
Sin embargo, había cosas que comprobar: que los jugadores del Tri mostraran realmente otra actitud tras la derrota frente a Chile en la Copa América, que mantuvieran su hegemonía en una ronda que llevaba marca perfecta y que mostraran una vuelta a la página para emprender un nuevo camino después de la debacle.
Lo sucedido en la primera mitad contra El Salvador hacía temer por la salud anímica del equipo: un rival limitado, que había rescatado apenas 2 puntos en 4 partidos, tenía ventaja sobre México al momento de irse al descanso.
A veces las cosas se complican por la propia autoestima, por la seguridad extraviada gracias a un tropezón importante de los que marcan. Era el riesgo que corría México.
Pero en la segunda parte, con esas limitaciones del adversario, carente además de fondo físico para mantener la ventaja, el Tri terminó jugueteando frente a su portería, marcando 3 goles y perdiendo otros.
El cierre de la eliminatoria este martes contra Honduras deberá seguir las mismas premisas: ganar y convencer ante un rival que no es el de otras épocas y que necesita asegurar su pase sin depender de otro resultado.
La diferencia de goles a favor de los catrachos sobre Canadá (5) hacen casi imposible que los primeros no avancen al Hexagonal, pero tras lo sucedido hasta hoy, tampoco es imposible que si México vence, por ejemplo, 3-0 y Canadá hace lo mismo con los eliminados salvadoreños, las cosas cambiarían rotundamente.
Ningún equipo debe salir a jugar un partido pensando en el siguiente, pero parecería mejor enfrentar a los canadienses que a los hondureños en la siguiente etapa.
De cualquier manera, México debe hacer las cosas lo mejor que pueda y las consecuencias de ello se notarán por sí mismas.
Sin Raúl Jiménez en la cancha, seguramente que con algunos cambios por anunciarse y con un público al que habrá de reconquistar al paso de los partidos y las buenas actuaciones, mañana es imperativo reiniciar aunque la tribuna no vaya a poblarse como en esas grandes ocasiones de un partido trascendente, rodeado del romance de un mejor momento.
La vida sigue y la Selección tiene este año otros cuatro compromisos que atender, dos de ellos en noviembre del Hexagonal.
La necesidad de terminar esta fase con marcha perfecta dará ánimo y fundamento para lo que sigue.
Hay que vencer y convencer.
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