Ni es tan mala la Liga MX como algunos dicen, ni tan buena como muchos otros llevan tiempo diciendo.
Una Liga al nivel de las mejores en el continente americano, y sólo abajo de cuatro o cinco europeas.
Pero una Liga, también, cada vez menos MX por obra y gracia de sus dirigentes, por más que ahora pretendan convencernos de las bondades de su "10-8".
Si de veras quisieran fomentar la generación de futbolistas mexicanos otorgándoles los espacios necesarios para florecer a plenitud, entonces deberían revisar sus numeritos y modificar la proporción entre jugadores nacidos y no nacidos en México.
Una razonable reglita del 7-11 en lugar de su cacareada 10-8, como paso primordial para empezar a creer en sus nobles intenciones.
En caso contrario, su "vanguardista" medida seguirá siendo un simple maquillaje encaminado a propiciar la continuidad de esa alarmante proliferación de futbolistas extranjeros haciendo como que aspiran a propiciar exactamente lo contrario.
Porque el problema no sólo es dicha regla en sí misma, sino la forma en que la interpretan, la utilizan y la aprovechan en cada equipo.
En la mayoría de los casos, el mencionado "10" se plantea como objetivo más que entenderse como límite.
Así, quedan establecidas y aceptadas las bases para que prosiga la inexorable y demoledora desmexicanización de nuestro futbol, con una Liga ni tan buena ni tan mala, pero cada vez menos MX.
Una Liga "EXMX" en ambos sentidos, por su mezcla de nativos y no nativos, y porque paulatinamente ha dejado de ser mexicana.
Cosas de la globalización del futbol... y de la falta de visión de quienes dirigen el nuestro.
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