Oriol, en Rusia, luce orgullosa el título de Ciudad de Gloria Militar. Una estela con su escudo inmortaliza la distinción.
Fue allí donde se dio el primer cañonazo de la batalla de Kursk, la ""madre de las batallas" de la Segunda Guerra Mundial, que comprende una serie de enfrentamientos en la región entre julio y agosto de 1943. Fue la lucha más importante entre la artillería nazi y el Ejército Rojo. Participaron 3 millones de soldados y más de 6 mil tanques. No sólo fue trascendente por ser el comienzo del fin para las fuerzas de Hitler, que avanzaban sobre territorio de la URSS, sino que la estrategia soviética utilizada quedó como modelo de enseñanza en las escuelas militares del mundo.
Oriol pudo sobrevivir a su destrucción total para conservarse hoy como nudo ferroviario y valuarte de la industria cervecera.
En esta Euro, los resultados deportivos han tenido que competir en los medios con los incidentes violentos protagonizados por "aficionados" rusos contra ingleses, franceses, ucranianos y españoles. Uno de los grupos más violentos proviene de la ciudad heroica. Se autodenominan "los carniceros de Oriol" y portan playeras con leyendas contra la Euro y Francia. Han desembarcado con la intención de provocar revueltas y poco les interesa el futbol aunque tienen su origen en el FC Oriol, un equipo de Segunda División. Se fundó en 1960, pero hasta el presente cambió de nombre ¡ocho veces!: Lokomotiv, Spartak, Stal, Spartak, Oriol, Spartak Oriol, Rusichi Oriol y finalmente Oriol.
A diferencia de los tristemente afamados hooligans ingleses, estos revoltosos rusos no se juntan a beber hasta emborracharse y luego armar la gresca. Tampoco se citan con fanáticos rivales en peleas campales. Aparecen de pronto y emboscan a sus víctimas. Graban sus ataques y los suben a las redes. Hasta han publicado una revista llamada Testosterona.
Las autoridades francesas han dicho que utilizan tácticas de guerrilla y que la mayoría posee entrenamiento paramilitar y conductas neonazis. Incluso, según la Policía, algunos de ellos han sido sicarios de la mafia rusa contra periodistas, disidentes y dirigentes de derechos humanos.
Al Barcelona, la UEFA lo ha multado por incitar a la "violencia" debido a que sus seguidores han enarbolado la bandera independentista. La violencia, sin comillas, de los Carniceros de Oriol ha dejado por lo menos un muerto y decenas de lesionados. Si le aplicaran el mismo criterio a la Selección rusa, ya estaría de regreso.
Pero hay una pregunta que se hace en los medios cada vez con más insistencia: ¿Harán estos vándalos las mismas salvajadas en el Mundial de Rusia?
Seguramente no. Simplemente, porque el Mundial será una cuestión de Estado, otra batalla cargada por el orgullo nacionalista.
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