Pocos, muy pocos son los momentos de alegría para el futbol haitiano. De hecho pocos, muy pocos son los acontecimientos para celebrar en el país más pobre del continente americano.
El futbol en Haití es una razón para sonreír, para generar, al menos, una mínima esperanza de bienestar... para pensar que la naturaleza y el destino conservan algo de cariño por este país.
Terremotos, huracanes, dictaduras y epidemias tienen el sector occidental de la Isla La Española en la miseria, donde ni siquiera existe una Liga medianamente sería para mitigar su enorme pasión por el futbol, ni oficinas de una Federación que perdió a más de la mitad de sus trabajadores en el terremoto del 2010. Es por ello que el total de los integrantes de su Selección juegan en el exterior y varios nacieron en Europa.
Haití clasificó a la Copa America Centenario contra todo pronóstico, en enero venció 1-0 a la poderosa Trinidad y Tobago, con una solitaria anotación de Kervens Belfort.
Aquel 8 de enero del presente, Haití festejó después de mucho tiempo una victoria trascendente en futbol y su clasificación al primer torneo que incluye toda America.
Para beneficio de los haitianos, la Copa America se jugaría en los Estados Unidos, donde habitan más de 600 mil inmigrantes de esa nacionalidad.
42 años pasaron para tener una alegría similar a la clasificación para la Copa del Mundo Alemania 1974 y su posterior presentación, en lo que ha sido su única participación mundialista.
El punto máximo de la euforia en aquel entonces llegó cuando, al primer minuto de la segunda parte en el primer juego ante la poderosa Italia, Emmanuel Sanon anotó el 1-0, rompiendo además mil 142 minutos sin gol en la portería de Dino Zoff. A partir de ese momento Sanon se convirtió en el máximo héroe de la Selección haitiana (Italia ganó 3-1) y lo confirmó días después al marcar el único tanto en la derrota ante Argentina (4-1).
El pasado 8 de junio, Haití enfrentó a Brasil en el primer encuentro oficial entre ambos. El Camping World Stadium de Orlando se dividió en aficiones y la caribeña superó con mucho a la sudamericana en entusiasmo y colorido. Ese día surgió un nuevo nombre dentro de la selecta y escasa lista de ídolos haitianos: con el marcador 5-0, al minuto 70, apareció James Marcelin para marcar el único tanto de Haití. El ensordecedor estruendo que se escuchó en el estadio fue impactante, así como las posteriores escenas de haitianos llorando en la tribuna.
Brasil ganó 7-1, eso fue lo de menos. Lo verdaderamente importante de esa jornada es el aporte que algo tan aparentemente común como un gol puede generar en un pueblo tan castigado y hambriento de éxitos. Haití está casi fuera de la Copa del Mundo y eliminado de la Copa America, pero un simple gol de Sanon, Belfort o Marcelin es capaz de borrar, al menos por un tiempo, las desgracias naturales, políticas y sociales del país americano más pobre y castigado.
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