Las dos Semifinales de vuelta mantuvieron el suspiro en los pulmones hasta el último instante.
En ambos casos un gol fue la diferencia y pudo caer de un lado o del otro. Los finalistas son tan dignos como lo hubieran sido los perdedores, que lo fueron por una nariz.
Cada quien sabrá -o no- explicar lo que sucedió. Particularmente los perdedores porque siempre resulta un alivio para el alma pensar que la culpa fue de un tercero, de una falla arbitral o de la suerte.
Jugadas polémicas las hay siempre. Y América sufrió un penal en contra del que no se sabe exactamente cuál fue el cuerpo del delito. O por lo menos la parte que corresponde: el brazo o el hombro. Unos centímetros determinan una cosa o la otra y el ojo es superado por la velocidad de las acciones aún con las repeticiones en ultra cámara lenta. La imprudencia también se paga.
Sin embargo, la historia de cada 180 minutos tiene tantos capítulos que resulta injusto detenerse solamente en uno de ellos.
Las atajadas de Jonathan y del "Conejo" Pérez, quienes cobran precisamente por hacerlas, o los goles fallados por los delanteros de los eliminados, son pasajes con peso propio dentro de un argumento en el que hay de todo.
A la larga, Monterrey y Pachuca hicieron lo suficiente para pelear el título a partir del jueves y sumaron la épica de sus angustiosos triunfos a los méritos premiados.
América y León, de su lado, lo hicieron tan bien que se tuvo que recurrir al photo finish para determinar al vencedor.
Sobraría agregar que tanto Ignacio Ambriz como Luis Fernando Tena merecen seguir en sus puestos.
El americanista ganó un torneo durante el semestre -la Concacaf- e imprimió un sello fiero y determinado a su equipo, al que hay que controlar en la disciplina para que no pase de audaz a irresponsable.
En León, pese a que no llenó su estadio en las dos rondas de Liguilla en que participó, la afición sabe que su club volvió a la alta competencia pese al cambio de técnico y la venta de "Gullit" Peña.
Con lo que tuvieron y en el tiempo con el que contaron, los de Tena estuvieron a un milímetro, a un ápice de regresar a una Final.
Monterrey y Pachuca escenificarán una Final sin precedentes para seguir alimentando esta nueva ola de equipos victoriosos que enriquecen los nombres del cuadro de honor.
La Final, como principal producto de mercadotecnia del futbol mexicano, emociona y enamora.
Indudablemente, ha vuelto a cumplir su cometido aún antes de servir su banquete final.
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