Las revanchas se desean, se buscan, se trabajan, se ameritan y, finalmente, se enfrentan, pero para ser verdaderos desquites deben darse en situaciones similares a la contienda original.
En los últimos años, el boxeo ha realizado una gran labor para devaluar las revanchas y el futbol ha tratado de etiquetar cada nuevo enfrentamiento en el desquite del anterior, sin tomar en cuenta si es Liguilla, Copa, torneo regular o enfrentamiento internacional; parece suficiente que ambos equipos se vean las caras de nuevo.
América terminó el 2015 con dos grandes deudas que el presidente deportivo, Ricardo Peláez, se dispuso a saldar lo antes posible, específicamente durante el año del centenario: Mundial de Clubes y Liga MX. Dos competencias perdidas por un equipo que recuperó la grandeza en muy poco tiempo y se acostumbró a llegar a Finales de nuevo. Cuatro títulos y cinco Finales durante su gestión no son poca cosa.
Contra viento y marea y con la presión constante sobre el plantel, estas Águilas de Nacho Ambriz han transitado, paso a paso, por el camino que les otorga la oportunidad de la revancha. Esta semana y de manera nada sencilla, han logrado el primer objetivo y, aunque seguramente no enfrenten al Guangzhou Evergrande de nuevo, la revancha se localiza en el primer encuentro del Mundial de Japón 2016.
Una de esas frases de cajón, que es común escuchar dentro del ámbito futbolístico dicta: "El futbol da revanchas", aunque probablemente debería ser: 'el futbol ofrece posibles revanchas', en el entendido que no se otorgan, sino que se merecen.
Lo que ha logrado América en estos meses (a reserva de conocer el desenlace final en el Clausura) es una combinación de amor propio y amor por lo propio; desde el 'ódiame más' hasta el 'yo mismo me valoro y me quiero más'... desde ese amor propio más encausado al orgullo, hasta ese amor por lo propio volcado a la autocrítica. Sí, la reconquista de lo que inocente o tontamente dejó escapar este equipo ha sido el castigo que finalmente hoy le permite volver a mirar desde el pedestal de los campeones. Bien apunta el escritor argentino Rodolfo Braceli: "El futbol es un suceso en el que tenemos menos posibilidades de ser hipócritas"... y América no lo es.
Cada vez resulta más difícil ganar un título de Liga en México, uno de ascenso y no se diga uno de Concacaf. Las distancias no se acortan, los espacios en la cancha, el conocimiento del rival y la capacidad de contrarrestar, sí.
Apenas levantó la Copa de Concacaf, América debió enfocarse en Monterrey, el cierre de la Liga y, sobre todo, la búsqueda de su siguiente revancha: la Semifinal que se le escurrió en el Apertura y que no será nada sencillo alcanzar de nuevo. Son las revanchas que desea, busca y trabaja durante el año de su centenario y quienes estamos involucrados en el futbol mexicano, observamos con gran interés.
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