Esta noche el América tratará de recoger un boleto reservado desde el miércoles de la semana pasada.
Al recibir a los descompuestos Tigres, la poderosa escuadra americanista intentará redondear la tarea para así instalarse en el Mundial de Clubes, que se jugará en diciembre en canchas japonesas.
Si no por completo, parece resuelto en un 90 por ciento.
Porque no se trata solamente del 2-0 favorable para las Águilas y conseguido a domicilio, sino del opuesto momento futbolístico y anímico que parecen vivir ambos equipos.
El América, instalado en la fase final de la Liga y cada vez más cerca de su nivel óptimo a pesar de la reciente derrota ante el Toluca.
Y los Tigres, fuera de zona de clasificación y con una forma de jugar dominada a plenitud, pero aparentemente desgastada, plagados de jugadores con los que muy poco se cuenta en los partidos cruciales.
Aunque no pueda descartárseles de antemano, porque el enorme potencial de su plantel está siempre latente (y así ha permanecido desde hace buen rato), para estos Tigres ganar por 2 goles en la cancha del Estadio Azteca luce como tarea casi casi imposible.
Ante un América dispuesto y bien preparado para capitalizar al frente los espacios que se le otorguen, luce altamente improbable que los Tigres reviertan las cosas.
Para el América, completar la faena y conseguir el boleto para Japón serviría además como estímulo extra para encarar la fase final del torneo interno en la que ya está inscrito.
Para los Tigres, realizar el milagro de remontar el marcador podría proporcionar el impulso necesario para meterse en la Liguilla en las dos jornadas restantes.
Es decir, que ambos se juegan la Final de un torneo, pero también la oportunidad de mejorar sus probabilidades de éxito en el otro.
Si así no juegan como deberían jugar... ¿entonces cómo y entonces cuándo?
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