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Los cambios
Rafael Alarcón | 19-04-2016
en CANCHA
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"Mientras menor sea la habilidad del jugador, mayor su ímpetu por departir su idea del golf swing".

Slice McDivot, charlas del hoyo 19
 
 
Para un profesional de alta competencia, llegar al PGA Tour es su meta, pero esto sólo la primera parte, en la segunda es mantenerse y mejorar.

Bob Tway, mi compañero en el equipo en Oklahoma State University, luchó muy duro para llegar a la Gira en 1983 y lo logró. En su segundo año de destapó con cuatro torneos ganados, incluyendo el PGA Championship, cuando metió la bola desde la trampa en el último hoyo.

Al final de esa temporada decidió que estaba listo para buscar llegar al nivel súper élite, pero sentía que necesitaba hacer cambios en su juego para poder consolidarse. Entonces cambió de entrenador y se fue con David Leadbetter, el más prestigiado de los instructores del momento.

En la reconstrucción de su swing y juego perdió su nivel de confianza y el nuevo swing nunca le respondió como esperaba.

Phil Mickelson se inició como profesional con bastones marca Yonex; aunque ganó algunos torneos, fue hasta que cambió a Callaway que se convirtió en el jugador que conocemos.

Tanto Fred Couples como Ernie Els han sacado el máximo provecho económico al cambiar de compañía de bastones periódicamente. Otros jugadores no han sido tan afortunados o efectivos en los cambios, el caso más reciente es Rory McIlroy, quien firmó hace tres años el contrato más jugoso de la historia con Nike (antes usaba Titleist) y no ha podido mejorar. Su juego se ha estancado.

Los profesionales en el golf viven de los ingresos obtenidos en los premios repartidos en los torneos y ganan de acuerdo al lugar que terminen en los mismos. Otra forma de ingreso es por patrocinio. Cuando son por equipamiento, el jugador se compromete a usar lo que diga el contrato. A veces ir de una compañía a otra es una transición fácil, a veces no.

Todo jugador profesional desarrolla una fórmula que lo lleva a un destino y tiene un estilo de juego basado en las habilidades desarrolladas a través de los años. Algunos juegan conservadoramente y buscan evitar errores, hacen pocos birdies, ganan algunos torneos y se mantienen en la Gira, pero nunca se convierten en figuras destacadas.

Otros se sienten bien intentando jugadas en apariencia arriesgadas, tienen bien identificado y medido un margen de error controlable; cuando están en mejor forma hacen muchos birdies y juegan de forma espectacular, ganan más torneos, y cuando fallan, cortes ni se inmutan. En ambos casos, los jugadores aseguran tener siempre confianza en sus habilidades.

Carlos Ortiz dice que padece los efectos del cambio de marca de las maderas y aunque expresa sentir el regreso de la confianza, esto no se refleja en los resultados, por ahora pareciera que ese margen de error controlable no existe y las jugadas que antes convertía en birdies ahora son errores costosos.

Una forma de recuperar la confianza es modificando el estilo agresivo e irse por una estrategia más conservadora hasta que regrese la confianza plena y los buenos scores.

En la lucha por continuar, mantenerse y mejorar, el profesional cuida los cambios en su staff de instrucción y sus bastones, pues las modificaciones pueden generar tanto el efecto deseado como un estancamiento.

Ortiz tiene unos 10 torneos para darle la vuelta a esta situación y mantenerse entre el top 125 del PGA Tour por esa gran habilidad para hacer scores bajos.

Hasta el próximo green.
 
 
rafaelalarcongolf@gmail.com
Twitter: @ralarcon2009
 
 
 
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