El artífice de las frases puntillosas y retadoras necesitaba tener cierto colchón para mandarlas al adversario.
José Antonio Roca no era bravucón cuando su equipo andaba mal; necesitaba el cinturón de seguridad que le permitiera pensar que podría ganar y no tener que comerse sus palabras.
No siempre lo logró. Un Clásico frente a Chivas perdido en el Azteca lo puso mal un mediodía en que las áreas del Coloso fueron pintadas de blanco.
Dicen que no hay borracho que coma lumbre, pero sí hay quien toma riesgos importantes.
En vísperas del Clásico Tapatío, en el que se enfrentan las hoy poderosas Chivas contra un Atlas enclenque, algunas declaraciones atlistas le piden al enemigo que no se sienta favorito. Arévalo Ríos arenga a sus compañeros con esa tonada.
Con 9 puntos de 39 posibles y el irremediable último lugar en las manos, su equipo es de lo peor en casi todos los departamentos: sólo un equipo ha marcado menos goles que el Atlas y únicamente uno ha recibido más tantos que ellos.
Las buenas intenciones de una directiva que ha sabido obtener logros en otros momentos con distintas franquicias, han quedado en eso: en esfuerzos que hoy están lejos de coronarse y cerca de meterse en problemas de permanencia. Si no fuera por Monarcas - compañeros de cuadra- y algunos acompañantes, iniciaría de manera peligrosa el próximo certamen. Para su fortuna, se le borrará una campaña de 12 puntos y se mantiene una de 31, la segunda mejor de los últimos 12 años.
Una pregunta lógica por lo que ha hecho tanto con el León como con la Selección Nacional, se refiere a Rafa Márquez. Con su buen criterio, capacidad para ordenar un vestidor y experiencia a prueba de balas, ¿le estarán pidiendo opinión que ayude a terminar la gran crisis atlista?
¿Cuántas cosas no habrá vivido el gran capitán que pudieran derivar en soluciones desde su lugar dentro y fuera de campo?
Los cambios de un gran número de jugadores no solamente de una campaña a otra, sino de un partido al siguiente, además de otro tipo de inestabilidades, han construido un torneo terrible para un equipo que de ninguna manera luce favorito para un Clásico Tapatío siempre vibrante que Costas, llegado a México hace unos meses, no conoce bien a bien.
Tradicional, querido y anecdótico, pero también en desgracia económica hasta la nueva gestión directiva, desaliñado y hambriento, el Atlas ha invertido sin retorno en los últimos tiempos sin dar pie con bola.
Más allá de las palabras dichas o interpretadas, el riesgo atlista de que le pase lo que aquel día al maestro Roca es mayúsculo. Aun con el amparo del famoso lugar común de que los Clásicos son diferentes.
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