Hoy podría el Monterrey convertirse en el primer equipo "aritméticamente" instalado en la Liguilla.
De cualquier forma, tanto a los Rayados como al América podemos considerarlos inscritos en esa fase final, y a los SEIS boletos restantes aspiran 11 equipos, con otros cinco que pueden darse por eliminados.
Entre esos cinco casi eliminados, los Dorados, que además descenderán al perder un punto más; es decir, seguramente hoy mismo o a más tardar el próximo sábado.
Así llegan los 18 competidores a la Jornada 13, con solamente cuatro más por jugarse: algunos prácticamente clasificados, otros muy cerca de conseguirlo, varios en la pelea por uno de tantos boletos disponibles, cuatro con un pie fuera de la Liguilla y otro con pie y medio en la división de ascenso.
Con respecto a ese nutrido bloque de participantes que todavía no saben si conseguirán clasificarse o no, esencialmente puede hablarse de una inquietante mediocridad y de imperdonables altibajos en el desempeño; pero también de esperanzas de pelear incluso por el título, porque así lo permiten las bondades del sistema de competencia.
Muy distinto sería el asunto si sólo clasificaran a una fase final CUATRO o CINCO equipos, y si en lugar de descender UNO descendieran DOS o TRES cada año, con los respectivos ascensos.
Entonces sí funcionarían mucho mejor, como incentivos, los necesarios premios y los indispensables castigos.
Pero habrá que resignarse, porque difícilmente será modificado este peculiar y centavero sistema de competencia, evidente promotor de la mediocridad e inhibidor de la búsqueda de la excelencia.
Un sistema al que dicha excelencia no le interesa, ni la más elemental justicia deportiva, porque sus primordiales objetivos son muy distintos.
Recaudar lana... ¿y cuál otro?
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