Ayer cumplió la Selección Mexicana con el cuarto de sus seis compromisos en el "cuadrangular de trámite".
Ya instalado en el Hexagonal Final de la Eliminatoria rumbo a Rusia 2018, lo importante será poner las cosas en su justa dimensión.
Porque como ha sucedido cada cuatro años desde hace por lo menos 50, nuevamente ha empezado a inflarse el globo tricolor.
Para explotar al máximo a ese generoso producto de consumo llamado Selección Mexicana, a esa incomparable "gallina de los balones de oro", una y otra vez sobran como convenientes pretextos los buenos resultados.
Otra vez las recurrentes falsas expectativas, generadas con facilidad por tocarle al futbol mexicano competir en la floja zona concakafkiana.
El nivel futbolístico en esa zona ha sido tradicionalmente y es hoy por hoy tan pobre, que resulta demasiado engañoso medir en ese contexto el verdadero potencial de la escuadra tricolor.
Para la actual Selección, en realidad, las primeras auténticas pruebas serán presentadas a partir de la Copa América Centenario que se jugará en junio en canchas estadounidenses.
Sólo entonces conoceremos los reales alcances del conjunto mexicano, veremos si cuenta o no con los suficientes argumentos para competir con adversarios que sí garantizan un mínimo de rendimiento.
En lugar de lucirse ante los que pierden solos, ahí estarán obligados los tricolores a medirse con algunos equipos que sí saben a qué juegan.
Fuera del cómodo ámbito concakafkiano, algunos oponentes servirán para corregir, por enésima ocasión, las falsas expectativas generadas por "el equipo de todos", o por quienes desde siempre se han empeñado en inflar ese globo tricolor.
Un globo que desde hace 50 años, cada cuatro, invariablemente ha reventado.
Cosas de nuestro sui generis futbol mexicano.
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