Miguel Herrera y Ricardo La Volpe se conocen hace no menos de 25 años. La relación entre ellos ha sido sumamente cercana y uno pensaría que a estas alturas difícilmente se sorprenderían el uno del otro, o el uno al otro.
Una vez que terminó el encuentro en Tuxtla Gutiérrez por la Jornada 10, con la victoria de Xolos sobre Jaguares, apareció una expresión de Miguel Herrera que denotaba solamente sorpresa. La razón era la absoluta incomprensión acerca de los airados reclamos de su colega (y amigo) y el saludo durante el partido, del "Piojo" al "Bigotón", el origen.
Sí, la maldita superstición que ha rebasado a La Volpe, al grado de hacerlo público, reclamar a quien debió (según él) estar enterado de sus creencias y explicar, sin mayores bases lo que sucede si le saludan antes o durante el desarrollo del partido: "No sé si me quiere saludar o pasarme la malaria".
El mensaje del técnico es fundamental para ganarse credibilidad y respeto dentro de su equipo. El problema es que muchos confunden la comunicación con la información. Durante seis años fui testigo presencial de esa confusión en La Volpe, quien supone que al realizar charlas dentro del vestidor, con duración de tres horas, se incrementa la comunicación, cuando en realidad el sentido es unidireccional y lo que se genera es simple información que termina por no ser ni siquiera retroalimentada, debido a la poca recepción del técnico argentino. Al final de cuentas, el entrenador debe ser una ayuda para que el jugador aporte más, no una autoridad temeraria. Pep Guardiola lo mencionó alguna vez: "Los entrenadores tenemos la utopía de querer que todos pensemos de la misma manera".
Sí, La Volpe culpó a Herrera de saludarle durante el partido y, por lo tanto, de la derrota. Pero probablemente quien encabeza a los técnicos supersticiosos es Carlos Bilardo, quien incluso tiene un episodio similar al propio La Volpe: durante un tiempo hizo que sus jugadores viajaran en taxi hasta el estadio, ya que en alguna ocasión el autobús se descompuso, llegaron en taxis y ganaron. La Volpe, por su parte, en la temporada 92-93, no aceptaba autobús, nos trasladábamos al estadio en autos. Pero un sábado que visitamos a Cruz Azul, el tráfico era demasiado hacia el Estadio Azteca, por lo que todos llegamos tarde y fue necesario pedir "la tolerancia", como en el barrio. Ganamos y ya sabrá usted el peligro que significaron los siguientes partidos en la Ciudad de México.
Pero si lo del saludo antes del encuentro entre La Volpe y Herrera le parece exagerado, le cuento que en una ocasión a Bilardo le deseó suerte una chica brasileña antes de un partido con Estudiantes. Ganaron, localizó a la dama e hizo, a partir de ahí, que antes de cada encuentro se comunicaran por teléfono para desearle suerte.
Sin duda resulta decepcionante que un técnico de tanta capacidad y trayectoria demerite su propio trabajo al anteponer supersticiones. Su plantel no le dice ni le dirá nada, pero el pilar de la credibilidad se derrumba y a partir de ahí el mensaje y la información (no comunicación) que un plantel recibe, se alteran al no sentirse ni defendidos ni representados por su líder.
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