La emoción con que Gianni Infantino recibió la noticia de su nombramiento como Presidente de la FIFA en el Hallenstadion de Zurich ayer, no parece muy de acuerdo con la espantosa crisis de credibilidad y prestigio que enfrenta este organismo.
Dos propuestas y dos candidatos radicalmente opuestos tuvieron que ir a una segunda vuelta para determinar al ganador, lo que revela una clara diferencia de intereses que existe al interior de los 209 afiliados y lo que indica, a su vez, la dificultad que enfrentará el nuevo Presidente para convencer a los 88 que votaron en su contra en la ronda definitiva.
Infantino parecía el candidato ideal dentro de los 5 que llegaron de manera inédita, sin embargo, sólo surgió como posibilidad tras la suspensión del presidente de la UEFA, Michel Platini, y la negativa de Ángel María Villar, Presidente de la Real Federación Española, para postularse.
Abogado suizo de discurso claro, con 15 años de experiencia en la UEFA (secretario general desde 2009) y políglota (habla francés, inglés, alemán, italiano y español), Infantino (45 años) es uno de los responsables de la expansión de la Euro de 16 a 24 países. Tal como hicieron sus antecesores, dentro de sus proyectos aparece el incremento de países participantes en el Mundial (Havelange pasó de 16 a 24, Blatter de 24 a 32) de 32 a 40, sin especificar las plazas por Confederación ¿Mayores oportunidades para quienes han quedado al margen del evento deportivo más observado a nivel mundial, o mayores ingresos para una FIFA que, dicho por él mismo, genera 5 mil millones de dólares?
La respuesta no requiere de mucha ciencia, de hecho uno de los candidatos árabes lo mencionó en su discurso previo: "La Copa del Mundo de Brasil dejó una ganancia de 4 mil 500 millones de dólares".
La emoción de Infantino tiene más que ver con ser la máxima autoridad de una institución que se rige bajo sus propias leyes y no las del país donde se lleva a cabo. De hecho, Kuwait e Indonesia fueron suspendidos y excluidos de esta elección porque sus gobiernos estuvieron involucrados en sus asociaciones respectivas.
Infantino llega al poder tras una serie de reformas que sólo se llevaron a cabo tras los escándalos y las detenciones de 2015, no por convicción propia. Reformas en las que se incluyen aspectos tan básicos como la no reelección por más de tres periodos, la publicación de los salarios, la disminución del poder para el presidente y la aprobación de exámenes de integridad.
Gianni ha mostrado una notoria emoción al ser electo. Dinero y poder no le faltarán mientras ocupe el cargo, pero a partir de hoy debe trabajar muy duro en lo que él mismo mencionó minutos antes de tomar posesión: recuperar la imagen y el respeto a través del trabajo y la dedicación. Que así sea en esta nueva FIFA.
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