Si recibir cuatro goles en un partido es una afrenta, saber que su verdugo jugó con suplentes es para pedirle consulta al sicólogo.
El Atlas es un equipo peculiar: su afición es numerosa y apasionada. Gusta del buen futbol, resiste sufrimientos históricos y tiene un indudable buen paladar para decidir lo que le gusta y lo que rechaza.
Desde su nueva gestión, se resolvieron muchos de los problemas que padecía. Ya no hay embargos a su autobús, inspección a sus instalaciones o nóminas atrasadas.
Ya no tiene que vender prospectos antes de que cuajen porque ya no le hace falta hacerlo, so pena de no completar el gasto. En el Atlas ya se trabaja con estabilidad y mayores recursos.
Sin embargo, otras cosas del destino no le han cambiado. En los últimos torneos sigue descartando jugadores para adquirir nuevos y ha intentado con diferentes tipos de entrenador: Tomás Boy que le salvó del descenso, Gustavo Matosas que dejó de ser el chico más simpático de la comarca y ahora Gustavo Costas, que de cinco partidos ha perdido tres y solamente ganado uno.
Su directiva hace transparentes las cuentas y dice que se la ha pasado invirtiendo -o gastando en algunos casos- y no hay manera de recuperar la apuesta.
En sus siguientes compromisos visita al Toluca y luego recibe al Pachuca. Podría encontrar un remanso en tres semanas, cuando visite a Dorados, receta favorita de los médicos para cualquier paciente hambreado.
El caso es que faltando mucho para que termine le campaña, los rojinegros enfrentarán un cuesta arriba difícil de remontar. Con sólo cuatro puntos por 12 del líder, tiene importante desventaja a poco menos del primer tercio del torneo regular.
Pese a respetar cierta lógica, el futbol tiene su parte impredecible: del otro lado encontramos al Puebla que colocando suplentes en el partido por el viaje a Argentina para el partido de vuelta de la Libertadores, pasó por encima del adversario.
La Franja, con presupuesto limitado y material de reciclaje según la cotización con la que llegaron la mayoría de sus jugadores al plantel, da pasos firmes para salir de un problema en el que insistió en meterse a través de pésimas decisiones y nula continuidad.
Es difícil pensar que todo lo está haciendo bien el Puebla y que los responsables del Atlas no sepan de este negocio.
Sucede que a veces los equipos no cuajan rápido, o de plano no lo consiguen. Y que en otros casos, el espíritu del técnico y del plantel resuelven las carencias que podrían ser fatales.
El factor humano está lejos de ser infalible.
A veces la explicación sobre la derrota inesperada del que tiene y del triunfo sorpresivo de quien no, simplemente no existe a simple vista.
Pero los responsables tienen la obligación de encontrarla.
fjgonzalez@elnorte.com Twitter: @fj_tdn
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