Cuando se acerca una nueva convocatoria de la Selección, los adivinos saltan de atrás de las matas.
Se tiran nombres en los medios con más abundancia que las partículas de un diente de león en ánimo demostrativo de quién puede más.
Hay quien sabe, quien adivina y quien apuesta. Y como anticipar nombres no es ni pecado ni falta administrativa, lo de menos es fallar.
No deja de ser éste un ejercicio que a la larga resulta intrascendente. Lo único importante es la lista de nombres cuando es publicada por la Federación.
Justamente porque el partido contra Senegal no es crucial, es que sirve para ver jugadores. Y será por eso que se especula mucho. Algunos los ha dado Juan Carlos Osorio como pistas de migaja al estilo de Hansel y Gretel: ha concedido entrevistas en las que no afirma, pero tampoco niega. Y otros testimonios más certeros sobre el listado que se dará a conocer hoy mismo.
De ahí se desprende que el técnico nacional podría convocar a primerizos en el Tri y, más allá de eso, a jugadores que serían probados en posiciones muy diferentes a las que dominan.
Osorio es más analítico que un geómetra y desglosa con gran facilidad las características de cada candidato: si es rápido, si el perfil que usa no es el ideal, si tiene una efectividad en pases del 94.72 por ciento cuando está presionado y si tiene la mordida pareja cuando come pizzas.
En todo se fija y de todo lleva la cuenta. Tiene un microscopio en los lentes y con sus bolígrafos rojo y azul apunta en clave conclusiones insospechadas.
Experto en cambiar piezas en el esqueleto de sus equipos como si fueran huesos de un Frankestein, prueba hasta que queda satisfecho.
¿Será ese el plan de Osorio en el primer amistoso de su gestión?
Respetando su derecho a ensayar, cabe siempre el peligro de que las hipótesis no se confirmen, que los jugadores no se adapten a los cambios y por supuesto, que algunos de ellos sufran ese habitual síndrome de la camiseta pesada: no cualquiera puede jugar en el Tri, aunque se trate de un partido muy diferente a esos de la Eliminatoria en que tiembla hasta el alma.
Los riesgos están medidos sin embargo: la apuesta en Miami es de salva por no haber mucho en juego salvo la pérdida de tiempo y algún intento fallido en la elección.
Como Billy Beane y su Moneyball con los Atléticos de Oakland formando su roster por las características particulares de los beisbolistas, Osorio hace su mezcla.
No adivinemos más. Esperemos para saber si habrá tal experimento.
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