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Fui, vi y...
Rafael Alarcón | 02-02-2016
en CANCHA
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"No todo lo que brilla es oro".

No sé quién lo dijo, pero queda bien.
 
 
No es mi costumbre andar detrás de mis alumnos en torneos para ver qué hacen bien y qué no.

Mi filosofía de enseñanza va encaminada a desarrollar jugadores que puedan desempeñarse lo mejor posible por sus méritos en forma independiente.

La razón es simple, iniciada la ronda de competencia, un coach o instructor no puede dirigirse a sus alumnos ni a señas.

En las competencias de golf, el jugador está solo y así toma las decisiones.

Fui a la Copa Yucatán, torneo de infantiles juveniles jugado en la bella ciudad de Mérida en los campos del Yucatán Country Club (campo El Jaguar) y Club de Golf Yucatán (campo La Ceiba). Tenía que comprobar con mis propios ojos algunas cosas que me imaginaba.

 
 
 
ME GUSTÓ
 
 
Los torneos están organizados con buena infraestructura.

La Federación Mexicana de Golf ha tenido grandes avances en llevar correctamente los torneos, tienen un staff completo de administración, equipo bien preparado en reglas, suministro de líquidos para los competidores, los campos son colocados para que sean retos adecuados y no los facilitos que presentaban sólo hace cinco años.

La asistencia fue bastante numerosa: tan sólo en la categoría principal, de 14-18 años varonil, había 75 jugadores.

 
 
 
NO ME GUSTÓ
 
 
Competencias como la Copa Yucatán están atrayendo a más jugadores que nunca, de tal forma que topar el cupo empieza a ser un problema para mantener un buen ritmo de juego de máximo cuatro horas y media.

El enemigo principal del golf es el tiempo que toma jugarlo, y se convierte en un problema peor cuando se excede el tiempo natural.

Se está enseñando la cultura de jugar a un paso expedito y con rutinas cortas para cada golpe. En Mérida, los campos El Jaguar y La Ceiba quedaron grandes para algunos de los participantes que no podían librar con facilidad los obstáculos del campo.

Estos torneos de buena calidad competitiva deberían ser sólo para aquellos calificados para jugarlos. La cantidad no necesariamente hace la calidad.

Tampoco me gustó ver a un gran número de juveniles portando logotipos de academias extranjeras. Quiere decir que muchos emigran por falta de buenas opciones o confianza en los instructores mexicanos.

 
 
 
APRENDÍ
 
 
Las largas caminatas, viendo alumnos, me ayudaron a confirmar los avances del golf en México.

Hay mucho talento y los protagonistas son capaces de jugar buen golf.

Recuerdo que mi primer nacional infantil lo jugué a los 11 años en el Club de Golf Chapultepec y lo gané con scores de 89 y 88, jugando de boyas rojas.

Esta semana, Alejandro Fierro Jr. hizo scores de 74, 73, 78 en La Ceiba.

También aprendí que los mejores juveniles, y que más están ganando, son los que han confiado en instructores mexicanos preparados.

Hasta el próximo green.
 
 
rafaelalarcongolf@gmail.com
 
Twitter: @ralarcon2009
 
 
 
 
 
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