Algunos sufrieron más de la cuenta porque sus rivales resultaron muy feroces o porque en sí mismos han sufrido cierto declive en el primer capítulo de la serie final.

Marini habla de arbitraje, Reynoso también. Pizzi se apunta. Y es cierto: determinadas jugadas puntuales no fueron marcadas como se debería. Un penal de Paulo da Silva a los dos minutos en Toluca; el de Alcoba en Ciudad Universitaria, alguno en el Azteca el jueves.

A fin de cuentas, aunque haya jugadas que alimenten el terreno de las suposiciones y permitan descargar en un tercero las culpas propias, las eliminatorias a ida y vuelta suman 180 minutos en los que suceden muchas cosas.

Ocurren errores arbitrales para ambos lados -a Veracruz le perdonaron también un par de penales y Puebla gozó de algunos beneficios involuntarios- que no merecen ser los únicos a analizar.

Los cuatro semifinalistas supieron librar los obstáculos que se les presentaron, incluyendo marcadores adversos -América y Pumas llegaron a estar abajo en sus series-, adversarios dignos y peligrosos como Puebla y Veracruz, el aliento de una afición como la leonesa y el enfrentar, como en el caso de los Tigres, a un rival en cuya sede nadie había ganado un partido en todo el semestre.

Pumas tiene que mejorar para seguir adelante según dice su propio entrenador. Y está en lo correcto: las últimas semanas del torneo regular y los dos partidos de Cuartos no le vieron lucir su mejor futbol.

Ha tenido que hacer cambios en una estructura que no se movía. Tres cambios respecto al partido que milagrosamente perdió por la mínima en Veracruz se hacían indispensables a favor de una reacción que aunque con un triunfo angustioso, se presentó sin duda.

Tigres parece ser el equipo de mayor empaque. Su banca parece una alfombra roja de celebridades y echa mano de todos sus recursos con un lujo sobrenatural.

Tiene a Gignac, goleador de bellos tantos que ha desquitado su contratación semana a semana. Tiene el espíritu, la calidad y la capacidad de hacer diferencia que redondean un plantel fuera de lo común.

Quién es favorito para avanzar o de qué serie saldrá el campeón, son parte de los ejercicios de imaginación que generalmente no tienen sustento ni garantía.

Las dos Semifinales son sólidas. Tigres-Toluca y América-Pumas se antojan para seguir viendo goles de calidad, definiciones emocionantes y el mejor nivel de futbol que solemos ver cada seis meses.

Cada quien se irá con su consuelo. El del árbitro es un buen antídoto contra las culpas y los cargos de conciencia.

La historia la hacen los vencedores y las nuevas páginas están listas para los cuatro sobrevivientes. Ganaron por ser mejores. De eso no hay duda.

 
 
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