Tocan y se mueven, hacen recepciones de balón precisas, dan pases justos, encaran, disparan a gol con potencia, hacen relevos, aguantan golpes y raspones... los arqueros se tiran en ambos lados, rechazan a los costados, salen a los pies, ponen el pecho ante el tiro cercano, distribuyen juego con buena visión... y todos, además, juguetean y son inquietos como el resto de los niños que no son parte de ese selecto grupo.
Son la generación más pequeña del Club Pachuca, los nacidos en 2005 que viven, entrenan y estudian en el Alto Rendimiento Tuzo, dentro de lo que se conoce como "concentración completa".
Únicamente un par nacieron en Pachuca, el resto viene de ciudades y estados tan lejanos como Chihuahua, Oaxaca, Guanajuato o Sinaloa. Se comunican escasamente con sus padres y regresan a sus casas una o máximo dos veces al año, algunas de ellas en rancherías o poblados que ni siquiera tienen código postal.
Niños de 10 años que, contrario a perder su infancia, son elegidos para tener un futuro a través de una institución seria, formativa y muy aspiracional.
El desarrollo de estos niños no podría ser posible sin la guía correcta, y su éxito o fracaso posterior está íntimamente relacionado con quienes tienen el título de entrenadores, quienes en realidad se convierten en tutores, amigos y apoyos incondicionales. Tal es el caso de Fidel Martínez, quien antes de cumplir los 20 años estuvo a punto de perder la vida y solamente perdió la carrera profesional de futbolista. Fidel fue parte de aquel terrible accidente de autobús en el que murió Cesáreo Victorino y siete personas más, mientras se trasladaban a Guerrero para un torneo de penales en 1999. Fidel estuvo en coma, no volvió a jugar futbol y si bien Pachuca perdió a un buen futbolista, ganó a un gran entrenador infantil y juvenil.
Los frutos de estas atinadas visorias ya se ven desde hace mucho tiempo, quizá 15 años, y tan sólo en este momento, dentro de la Primera División del equipo Pachuca, Hirving Lozano y Erick Gutiérrez pueden presumir de haber llegado al ART desde los 10 años. Por supuesto Fidel puede presumir de haberles formado junto a, por ejemplo, los 6 seleccionados Sub 17 que han disputado la Copa Mundial en Chile.
Sí, estos niños desarrollan un futbol exquisito para su edad, a partir del enorme sacrificio que significa para sus padres dejarles a tan temprana edad y para ellos vivir bajo altísimas exigencias. No, claro que no todos llegarán a ser futbolistas, pero a partir de esta experiencia, todos tendrán la posibilidad de construir un futuro gracias a su talento precoz, a Pachuca y a gente tan valiosa como el buen Fidel Martínez.
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