No cabe duda de que este futbol mexicano es el de los tiempos cortos.
Con la salida de Gustavo Matosas del Atlas (sexto técnico cesado en este torneo), se confirma que en este peculiar balompié mexicano la CONTINUIDAD es la excepción, aunque resulte obvio que debería ser la regla.
Tanto jugadores cono directores técnicos, una y otra vez, pagan el precio de no contar (en algunos casos) con el tiempo necesario para demostrar a plenitud su capacidad en determinado equipo, aunque en otros hayan dejado plena constancia de ella.
Se antoja urgente cambiar esas condiciones.
Si van a mantener los dos torneos cortos, que por lo menos se cierre la posibilidad de realizar contrataciones entre uno y otro, como se hacía en un principio.
Para que así se conformen proyectos, planteles y equipos pensando en los dos torneos, en un mínimo de 11 meses de trabajo y resultados, y no en cuatro meses y medio en los que no hay proyecto alguno que cristalice.
Además, valdría la pena reducir el número de clasificados a SEIS, con el incentivo extra, para los dos primeros lugares, de ubicarse directamente en las Semifinales para esperar en ellas a los ganadores entre el 3 vs 6 y el 4 vs 5.
Es cierto que así se contaría con CUATRO partidos de Liguilla menos en cada torneo, pero tarde o temprano entre otras cosas lo que se lograría sería elevar el nivel del juego en los partidos de fase regular, darle a ésta mayor peso que el actual.
Por un lado, elevar la calidad de la liguilla bajándole a la cantidad de inscritos en ella, y fomentando al mismo tiempo la búsqueda de la excelencia en la fase regular.
Y por el otro, armar equipos para encarar los dos torneos y no sólo uno, para así darle a cada proyecto el indispensable tiempo de maduración.
Cuestión de pensarle un poco a futuro... incluso como negocio.
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