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La Dominguera
San Cadilla | 01-11-2015
en CANCHA
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El portero de la suerte
 
Las cábalas son una costumbre tan arraigada en el futbol como recordarle la progenitora al árbitro.

Vamos. No lo nieguen. Todos los que amamos este hermoso deporte en algún momento le hemos deseado lo peor a ese solitario hombre de negro después de alguna decisión polémica: que lo casaran con Elba Esther o que tuviera que ver todos los sketches del Compayito de corrido.

Ustedes saben tan bien como yo, que no soy cabalero porque es de mala suerte, pero la historia suma día a día historias de supersticiones, creencias y extrañas costumbres con tal de repetir triunfos y glorias anteriores.

Laurent Blanc besaba la calva de Fabien Barthez antes de cada partido de la anfitriona en el Mundial de Francia 98 y Salvador Bilardo ponía música de Sergio Denis cuando los trasladaban al estadio y la canción debía terminar exactamente cuando el autobús detenía su marcha.

Pero el portero escocés Alan Rough se cuece aparte.

La rutina del guardameta, tan solo antes de entrar a la cancha, era un verdadero Rosario.

El día del juego simplemente no se rasuraba, tenía que portar un llavero con una flor grabada, un tachón de fútbol en miniatura que en una ocasión se encontró al lado de una portería y en la maleta echaba una antigua pelota de tenis que ya había visto pasar sus mejores días.

Posteriormente, ya en el vestidor se colgaba una pequeña medalla en forma de estrella y se ponía una camiseta con el número 11, como la que usaba en su primer equipo.

¿Ya es todo? ¡No!, antes de salir a la cancha pedía un balón y lo rebotaba contra la pared por lo menos tres veces y luego se persignaba en tres ocasiones antes de pisar el césped.

Ahhh, pero también tenía que llevar un balón para meterlo con su mano en la portería antes de que iniciara el partido y además se sonaba la nariz todas las veces que podía, con un pañuelo que llevaba debajo de la gorra. Y tampoco le faltaban siete piezas de chicle.

"Tres para cada tiempo y uno para los últimos cinco minutos cuando las cosas se ponen más emocionantes, sí, era un poco supersticioso", admite.

¿Le servía todo esto? Alan Roderick Rough (25 de noviembre de 1951, Glasgow) durante tres diferentes décadas en seis diferentes clubes y además tuvo 53 apariciones como seleccionado nacional, en los que llegó a jugar mundiales.

Debutó con el Partick Thistle al final de la temporada 69-70, con el que llegaría a disputar 624 partidos, un récord que permanece vigente hasta el momento.

"Roughy" llegó a convertirse en uno de los jugadores más queridos del futbol escocés desde que se hizo de la titularidad, no sólo por sus extravagancias, sino por sus espectaculares atajadas y solidez bajo el marco.

"No creo que pudiera salir a jugar sin efectuar estos preparativos. Y nada me desalienta ni me aparta de eso, ni siquiera recibir siete goles", escribió en su autobiografía: "My Story: The Rough with the Smooth", publicado en el 2007.

Rough vivió cosas excepcionales, desde principio a fin. En su último partido como seleccionado, el titular Leighton perdió sus lentes de contacto en pleno partido y tuvo que entrar de cambio; al terminar el juego, con una victoria escocesa, su entrenador Jock Stein sufrió un infarto y murió de manera instantánea.

Ya en plena decadencia, pasó al Ayr United, y en 1990 fue sorprendido cuando salía de un supermercado sin pagar un paquete de carne; pasó dos horas detenido hasta que aclaró que se trató de un malentendido, pero el daño ya estaba hecho cuando el incidente se hizo público. Los aficionados rivales se lo recordaron con cánticos hasta el último partido.

Con el tono de la popular "My Darling Clementine", le inventaron un cántico: "¿Dónde está la carne molida? ¿Dónde está la carne molida, Alan Rough? ¡Está en tu bolsillo, en tu bolsillo Alan Rough!".

 
 
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