Hoy vuelve a jugar en territorio chileno la Selección Mexicana Sub 17.

Después de su brillante participación en la fase de grupos, en la que con dos victorias y un empate terminó encabezando el más competido de los grupos, estos jóvenes y eficientes tricolores enfrentarán a la escuadra anfitriona en los Octavos de Final.

Ante ese grado extra de dificultad que suele representar el medirse con el equipo local, estará el conjunto mexicano obligado a desplegar su mejor futbol.

Si lo despliega, contará con buenas probabilidades de avanzar, para así seguir defendiendo ese enorme prestigio que a pulso han sabido generar los distintos representantes del futbol mexicano... en esa categoría.

Lo que después pasa con esos jóvenes futbolistas, y por qué la mayoría no encuentra dónde jugar, es algo que los de pantalón largo deben cuestionarse y tratar de resolver.

Ese magnífico trabajo realizado con distintas Selecciones menores debe ser redondeado con una propia Liga que los acoja y les dé cabida, y no con la que en las actuales condiciones los menosprecia y les cierra los espacios necesarios para el cabal desarrollo y el pleno florecimiento como futbolistas.

Se antoja urgente abrirles esos indispensables espacios.

¿Qué pasaría, por ejemplo, si en la Copa MX participaran solamente jugadores nacidos en México?

¿Que no la vería nadie y muchos equipos ni siquiera podrían completarse?

Tal vez, pero ese torneo al que poco a poco se la ha dado más importancia (y en cuya actual edición se jugarán hoy las dos Semifinales, León-Atlas y Guadalajara-Toluca), puede ser un magnífico espacio para esos jóvenes futbolistas que no lo tienen, que en la propia Liga no compiten por el ansiado puesto en igualdad de condiciones, como algunos de ellos sí lo hacen en cada Mundial Sub 17.

Ponerlos a jugar más en la Copa, pero no como simple artilugio para deshacerse de ellos en la Liga.

No parece que sea mucho pedir.

 
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