En uno de los libros de su autoría, Johann Cruyff asegura que la diferencia entre un jugador juvenil europeo y uno de Latinoamérica es que mientras al primero lo regaña su entrenador cuando falla goles, al segundo le aplaude el suyo cuando estuvo cerca de hacer uno de bandera.
Cruyff, figura respetada salvo cuando lo recordamos en su etapa de asesor de las Chivas, es uno de esos sabios del futbol que aunque a veces se apasione y se equivoque, sigue siendo considerado como una referencia universal en este deporte.
Viene al caso por lo que ha sucedido en los últimos dos días con delanteros mexicanos de diferentes equipos.
Uno, nuestro celebrado "Chícharo" Hernández, quien marcó dos goles en el partido que el Leverkusen empató con Roma. Su actuación es difícil de catalogar porque falló otros dos y su equipo, lleno de errores defensivos ajenos técnicamente a Javier, terminó sufriendo para apenas empatar.
Cercano a batir la marca histórica como goleador del seleccionado mexicano, "Chícharo" padece un extraño síndrome que le hace meter goles increíbles y luego fallar los impensables.
Su mentalidad es de hierro, aguanta vara en sus largas temporadas como suplente, ayuda al buen ambiente del vestidor y sus logros son incuestionables. Aunque técnicamente carezca de virtudes que le impiden estar en el top de los delanteros que juegan en Europa.
Ayer en Chile, la Sub 17 empató con Australia sin goles en un partido en el que parecía que el destino le estaba haciendo una broma.
Sobre todo en la primera mitad, el dominio y el número de llegadas que provocó eran para llevarse por lo menos una ventaja de dos tantos. Pero el gol no cayó, la segunda mitad vio una reacción del adversario y el reparto de unidades dejó un mal sabor porque tras derrotar a Argentina en el debut, ahora queda duda el pase a la siguiente ronda. Un boleto que debería estar en la buchaca.
En el deporte, hay algunas cosas que no se pueden mejorar mucho: la estatura, la velocidad, la carrocería. Pero hay otras que si. La más importante de todas es la técnica.
Ni "Chícharo" falló por designios del destino ni los de la Sub 17 porque la fortuna les dio la espalda. No fue falta de suerte, diría el legendario Fernando Marcos, sino de puntería.
Si los grandes músicos y cantantes ensayan todos los días las piezas que conocen de sobra, que a veces ellos mismos escribieron, no es porque no lo sepan hacer. Es para no fallar.
El futbolista tiene que hacerlo de la misma manera. Practicar una, y otra, y otra vez los fundamentos del juego por muy estelar que sea.
Sea europeo o sudamericano. Pensemos o no lo que Cruyff. Los goles no se fallan o meten sólo porque sí.
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