La Selección Mexicana preolímpica inició ayer su intento de llegar a Río de Janeiro.
Al enfrentar al representativo de Costa Rica, los jóvenes tricolores dirigidos por Raúl Gutiérrez emprendieron el enorme reto: no sólo buscar la clasificación para los Juegos Olímpicos del próximo año, sino además tratar de defender en ellos, de la mejor forma posible, la condición de CAMPEÓN del equipo mexicano.
Por lo pronto, al margen de lo hecho ayer en su presentación ante los ticos, mañana deberán encaminarse a costillas del conjunto haitiano hacia el primordial objetivo de conseguir el boleto para la olímpica competencia del 2016.
Una escuadra que está, nada más y nada menos, ante el inusitado compromiso de no desentonar con el mayor logro en la historia del futbol mexicano.
Sin lugar a dudas, lo realizado en Londres por Luis Fernando Tena y compañía, hace poco más de tres años, es la máxima hazaña deportiva realizada por cualquier representante de nuestro balompié.
Un poco por encima, por cierto, de los dos históricos títulos conseguidos en el 2005 y el 2011 por las respectivas ediciones de la Selección Mexicana Sub 17, dirigida primero por Jesús Ramírez y después por el propio Raúl Gutiérrez.
Entre todo lo demás, este preolímpico equipo está ante la oportunidad de demostrar que algo se está haciendo para lograr que los máximos representativos de nuestro futbol, tan competitivos en esa categoría Sub 17, también puedan serlo en similar medida en la Sub 23... o con Selecciones mayores.
Porque quieren y saben que pueden, estos tricolores van en pos de acercarse a la incomparable hazaña del 2012; y en la medida de lo posible, tratar de igualarla.
Todo un histórico, inédito, titánico, auténtico, magnífico, futbolístico y olímpico reto.
A ver con qué tanta solvencia y qué tan buen futbol son capaces de acometerlo.
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