En esta Jornada 10 se verá cuál, entre los Tigres y los Pumas, es más fuerte candidato al título.
Y se verá también, entre otras cosas, si equipos como Cruz Azul o Monterrey pueden recuperarse lo suficiente como para meterse en la pelea por la clasificación y por ese título; y empezará a comprobarse si el León es capaz de afianzarse en una cima en la que con todo merecimiento logró ubicarse.
O si en esa pelea por la corona (prácticamente al alcance de cualquiera) debemos mantener anotados, además de Tigres, León, América y Pumas, a equipos como Toluca, Atlas, Jaguares o Pachuca.
Pero veremos, sobre todo, si esta edición del Clásico Nacional responde a las expectativas que siempre genera.
Una edición del clásico enfrentamiento al que la escuadra capitalina llega en mucho mejores condiciones que la tapatía.
Pero también una edición que no parece competir con las de antaño en lo que se refiere a rivalidad y apasionamiento.
Algo que tiene que ver, indudablemente, con la falta de esa arraigada IDENTIDAD que cualquier jugador adquiere con una camiseta siempre y cuando la vista durante mucho tiempo.
Como la continuidad es continuamente vulnerada en nuestro futbol, son cada vez menos los jugadores que permanecen buen rato en un equipo.
Si en este Clásico Nacional jugaran de cada lado siete u ocho elementos con varios años vistiendo la respectiva camiseta, el nivel de rivalidad en la cancha sería otro, y también el del grado de apasionamiento sentido por los seguidores de cada equipo.
Si en las condiciones actuales ese óptimo grado de rivalidad deportiva no se alcanza por esa falta de una verdadera identidad, que por lo menos se acreciente con la calidad del futbol ofrecido.
A ver si ahora lo ofrecen.
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