Todo necesita referendos.
La calidad profesional, el amor por la pareja, el apoyo a quienes nos rodean... y las Clásicos de futbol para que lo sigan siendo.
A pocas horas del Clásico entre América y Guadalajara, sólo nombrarlo trae mil recuerdos a la mente. Uno de los más vívidos, ese empate a tres de 2005 sumamente espectacular en tiempos de Memo Ochoa y Juan Francisco Palencia, por citar un jugador de cada bando.
Valdría la pena repasar los últimos juegos entre los dos equipos que dividen a la mayoría de la afición en México. Y veremos que no hay demasiado que rescatar. Ha hecho falta otro enfrentamiento en Liguillas, otra goleada de uno al otro como la de hace año y medio, un 3-2 como el del 2008.
Influirá que Águilas y Chivas parecen haberse puesto de acuerdo para que cuando uno vaya bien, el otro arrastre la cobija. Si uno llega a la Liguilla y consigue títulos o se acerca a ellos, su contraparte puede estar peleando por la supervivencia en la Liga MX.
El fervor popular es paciente y cada vez que se aproxima un Clásico Nacional, el ánimo vuelve a encenderse.
Las Chivas pretenden decorar el DF con sus colores y están proponiendo una valla humana espectacular por las calles para acompañar a su equipo.
El America se sabe mejor en este momento, pero conoce historias propias y ajenas en que el exceso de confianza es capaz de destrozar las apuestas.
A la larga, el público está esperando la nueva cita. Pero para mantener viva esa pasión, la cancha debe entregar más de lo que ha ofrecido en los últimos tiempos.
Así como otras veces ha sido a la inversa, hoy el Guadalajara es quien padece. Viene de un par de semanas tremendas y difíciles que le ven de nuevo en los últimos lugares de la tabla del descenso. Indigno lugar para tan rica historia, amenazada por un presente marchito.
¿Es cierto eso de que los Clásicos son diferentes? ¿De ahí podrá asirse el chiverío para darle vuelta a su destino en el partido más improbable?
El America luce poderoso. Tiene un ataque portentoso en que la calidad no le cabe en el campo y termina ocupando la banca.
No tiene a su goleador, Benedetto, pero sí a otros que le están peleando el puesto durante la suspensión que termina precisamente tras el juego del sábado.
Cada quien hará lo que pueda y medio País estará pendiente de lo que ocurra en esas dos horas en el Azteca. Pero lo importante es que suceda algo. Y al decir algo, la referencia no es a que suceda cualquier cosa, sino a que ocurran cosas excepcionales, extraordinarias, espectaculares y llenas de esa rivalidad que desde el campo debe alimentar a la tribuna.
Un resello, vaya. Para que el Clásico no deje de serlo, como les sucedió a otros que pasaron ya a mejor vida.
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