Hay equipos que saben muy bien a lo que juegan y otros que siguen jugando sin saber a qué.
Esa diferencia entre unos y otros tiene que ver, muchas veces, con lo que los respectivos directores técnicos saben y entienden sobre lo que es y debe ser un SISTEMA DE JUEGO.
Increíblemente, algunos siguen llamándole "sistema" a la simple FORMACIÓN que su equipo utiliza como punto de partida.
Para aclarar conceptos, a muchos les urge empezar por el diccionario y aprenderse estos dos significados de la palabra SISTEMA: 1. Conjunto de reglas o principios sobre una materia racionalmente enlazados entre sí.
2. Conjunto de cosas que relacionadas entre sí ordenadamente contribuyen a determinado objetivo.
Ya que se aprendan esos significados, varios técnicos (y también muchos jugadores, dirigentes, "analistas" y aficionados) tal vez podrán discernir lo aberrante que resulta hablar del "sistema" 4-4-2, 5-3-2, 4-3-3, 3-2-2-3... o cualquier otra combinación de números (que sumen 10) que a cada cual se le ocurra.
Porque la realidad es que a partir de esas simples FORMACIONES los equipos deben desarrollar todo un SISTEMA DE JUEGO, que abarca o debe abarcar muchas otras cosas.
Entre otras, cómo trabajar colectivamente en la recuperación de la pelota, en qué zona presionar al adversario en los distintos momentos de cada partido, cuáles tareas específicas debe cumplir cada jugador para defender y atacar, cómo hacerle para funcionar en bloque, para cerrar los espacios al no tener el balón y ampliarlos al tenerlo, cómo aprovechar toda la cancha al atacar, qué movimientos realizar en cada jugada a balón parado o en movimiento.
Pero mientras técnicos y jugadores no entiendan lo que implica, muchos equipos seguirán deambulando en las canchas con sus "sistemas de juego" indefinidos, endebles o de plano inexistentes, cuya fragilidad tiene su origen precisamente en la ignorancia de lo que un verdadero SISTEMA significa y representa.
Que cada equipo y cada técnico revisen el suyo.
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