El reciente cierre de registros en Europa de inmediato me recordó aquellos años, previos al régimen de transferencias en México, en los que la estrategia de los presidentes de equipos, secretarios técnicos y demás directivos; era textualmente 'ahorcar' a muchos jugadores durante la última noche, que en cada cierre se extendía hasta el amanecer, con la flexibilidad que otorgaba el reglamento que ellos mismos elaboraban y aplicaban.
Noches interminables en las oficinas del club en espera del turno para arreglar un año de contrato, citas que previamente se notificaban con diferencia de 15 minutos entre cada jugador, sin agentes de por medio (solamente los futbolistas extranjeros contaban con uno), y con la llegada del presidente una o dos horas más tarde de la agenda estipulada. Primero era el turno de los llamados 'peces gordos', quienes demoraban más de una hora dentro de la oficina, en la que dos o tres ejecutivos bombardeaban y presionaban al jugador. Evidentemente, el humor de los directivos empeoraba tras cada caso.
En aquellos años sin internet ni siquiera los periódicos podían cubrir con eficiencia el cierre de registros. En las instalaciones de la Federación Mexicana de Futbol también la prensa tenía su noche en vela, en espera de la entrega oficial de cada equipo con los nombres definitivos de sus futbolistas, en los que aparecían sorpresas de transferencias, altas o bajas, llevadas a cabo de último momento. Futbolistas contentos y otros abrumados o angustiados por permanecer un año en clubes ajenos a sus intereses.
Quiero imaginar las horas y minutos previos al cierre de registros en Europa el pasado 31 de agosto, fecha especialmente particular, no solamente por las transferencias de tres mexicanos (Layún, Corona y "Chicharito"), sino por el papelón protagonizado por dos de los clubes más importantes del planeta, con dos de los mejores arqueros del mundo: Real Madrid y Keylor Navas vs Manchester United y David De Gea.
Una operación planeada con al menos dos meses de anticipación se vino abajo por no enviar la documentación correspondiente a tiempo. Ambos clubes niegan su responsabilidad y culpan al otro, pero lo cierto es que en esta vergonzosa jugada pierden todos: desde prestigio hasta dinero, pasando por el daño que ambos porteros padecerán con el manoseo.
Navas dejará de percibir 2 millones de euros. De Gea, por su parte, deberá esperar otro periodo de transferencias con un técnico que abiertamente no le quiere y con el peligro de perder su lugar en la Selección española si no desplaza a Romero de la titularidad.
Hace 30 años el cierre de registros en México era un absoluto denigrante y desgastante caos. Hoy dos de los clubes más importantes del mundo han demostrado que son capaces de superar lo que nos parecía ya increíble.
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