Con las mejores intenciones, pero el lugar común se repitió frecuentemente durante el minuto de silencio que se guardó en los partidos de la jornada por el fallecimiento de Fernando Alonso Avilés.
"Gente de medios toda la vida" o "Fue un pionero..." fueron las palabras que acompañaron el recuerdo de un comentarista que además de ello fue director de eventos deportivos de una las dos Cerveceras que manejaban los derechos de patrocinio cuando iniciaba la etapa de dominio de las marcas en al ámbito deportivo.
No fue pionero porque eso le tocó a Alonso Sordo Noruega, a Agustín González "Escopeta" o a José Antonio Landazábal "El Moro" junto con otros comentaristas que llenaban los programas de tertulia desde cafés y restaurantes ya desaparecidos en las calles de Bucareli y del centro de la ciudad de México.
Fernando Alonso Avilés compartió micrófonos cientos de veces con Gustavo Armando Calderón, "El Conde", pero además fue jefe durante muchos años de todos los comentaristas de beisbol, futbol, ciclismo, toros y cualquier manifestación deportiva en que estuvieran presentes los micrófonos de la casa para la que trabajó casi toda su vida. Compañeros de viaje durante 6 años a transmisiones de televisión que compartíamos en Guadalajara cada fin de semana, habrá sido con quien más convivió quien escribe salvo por su hijo, Emilio Fernando Alonso, uno de los mejores narradores de los últimos 30 años y mejor aun como ejemplo de vida.
Fernando Alonso fue orgullo de Iguala, tanto como era él orgulloso de su tierra. Transmitió desde la banca, en campos de tierra de divisiones de ascenso, en lejanos parques de beisbol y también en Mundiales de futbol y eventos de lo más granado.
Era duro y cariñoso al mismo tiempo. Su manera de querer era exigiendo calidad a los suyos, pero también brindando oportunidad para demostrarla. Y en tiempos de enfermedad, no dejaba de estar pendiente de todos nosotros. Ni un solo día.
Una familia numerosa y entrañable que se extendió hacia todo aquel que tuvo la dicha de conocerlo lo recordará con enorme admiración.
Un papá al que se le hablaba en casa de "usted", alguien que encabezó el inicio de una época distinta en las transmisiones de radio, alguien orgulloso de su Estelita a la que ya alcanzó en otra dimensión.
Deja huérfanos a sus hijos, pero también a quienes gozamos de su compañía y recibimos sus consejos.
Uno de ellos era que jamás habría buen motivo para faltar un solo día al trabajo. Por eso el homenaje personal a su memoria se lo hice en el Azteca, lejos de su adiós en Iguala.
Había trabajo. Y si le hubiera preguntado, me hubiera pedido que no me ausentara por ningún motivo. Hubo diferentes maneras de acompañarlo a su último viaje.
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