Señoras y señores, una vez más la Copa Libertadores se niega.
Una vez más que un equipo mexicano llega a la Final de la Libertadores, el tercero, en esta ocasión fue Tigres y perdió.
Rápidamente en casa le empataron a cero goles en el partido de ida que tuvieron que haber ganado, para llegar con ventaja a un estadio histórico, complicado y difícil como es el Estadio Monumental.
River Plate era un equipo que venía de la Segunda División, pasando a Primera, ganando torneos y metiéndose a la Final de la Copa Libertadores con ayuda de Tigres, con quien había empatado en partidos anteriores, y que calificó a River con una victoria suya.
Pero el equipo argentino supo aprovechar su localía y supo ganar. Tigres desperdició todo el primer tiempo, no hizo absolutamente nada, no hizo una sola jugada y River Plate ya se había adelantado en el marcador.
El árbitro uruguayo, Darío Ubríaco, como todos los árbitros sudamericanos y todos los silbantes del área de Conmebol y Concacaf... árbitros nefastos.
Malos para pitar, malos para dirigir, malos para señalar las faltas, malos para castigar, malos para sacar las tarjetas y malos para todo. El arbitraje sufre una crisis violentísima en América Latina.
Y además, la decisión de la Conmebol, que siendo Tigres el equipo que más puntos hizo en el torneo, tenía que cerrar la Final en casa de River Plate, que fue el equipo que menos puntos tuvo.
Es una decisión totalmente comercial, totalmente cobarde y que beneficia a la amafiada Conmebol con la amafiada Concacaf.
Los equipos argentinos son competitivos, son duros, son difíciles, se juegan la piel en cada partido, juegan a tope, no les importa lo que vaya a pitar el árbitro porque ellos saben que el árbitro nunca los va a expulsar.
Meten la pierna muy fuerte, defienden su camiseta a muerte, luchan por ella al máximo. River Plate había conseguido sólo dos Libertadores en muchos años, querían la tercera y la ganaron.
No tenían a su técnico Marcelo Gallardo en la banca, sin embargo supieron salir adelante.
Y Tigres, Ricardo "Tuca" Ferretti se quedó solo, sentado en la banca, aislado, sin decir nada. No hizo los cambios a tiempo, no supo que hacer, no tuvo gol, no tuvo llegada.
Se escapó otra vez la Copa Libertadores para México, como se fue la Copa América, jugando muy mal.
Ahora habrá que replantearse si los clubes mexicanos deben seguir jugando Copa América y Copa Libertadores. Es verdad que la Libertadores foguea a los equipos, pero también hay que montar equipos grandes, fuertes y económicamente muy poderosos para poder intentar ganarle en su casa a los argentinos, brasileños y compañía.
Hoy falló Tigres, que se queda con un equipo que será favorito para el campeonato local, pero que pierde la opción de ganar un torneo internacional importante, que hubiera sido el primero en la historia del futbol mexicano.
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