El certamen Descubriendo un Torero está en marcha.
Por segundo año consecutivo el comité directivo de los criadores de bravo organizaron esta serie de festejos para apoyar a los novilleros y en consecuencia, el surgimiento de nuevos valores.
Este año se redujo el número de participantes con el objetivo de que todos tuvieran la oportunidad de torear cuando menos dos novilladas cada uno, y ya dependiendo del resultado de sus actuaciones, sumar otro tanto.
Las cuatro sedes donde se llevarán a cabo las 16 novilladas son Zacatecas, Tlaquepaque, El Coliseo Centenario de Torreón, Coahuila, y la plaza de Arroyo.
Todas ellas regenteadas por los ganaderos Manuel Sescosse, Pablo Moreno, Arturo Gilio y Pepe Arroyo, respectivamente, quienes están corriendo con los gastos de organización, -que no son menores- y además de que han donado novillos de sus dehesas, como se acordó.
Los triunfadores de esos primeros festejos actuarán en dos semifinales que se celebrarán en Morelia y Tlaxcala, para finalmente los tres triunfadores hagan el paseíllo en la Monumental Nuevo Progreso de Guadalajara.
Este halagüeño y necesario proyecto, además de tratar de descubrir un torero, está descubriendo también otra lamentable realidad.
CAMBIAN BANDERA...
En la pasada asamblea de ganaderos de enero, muchos criadores aplaudieron y se comprometieron a apoyar donando un astado para los 19 festejos del certamen.
Aparentemente todo estaba en orden, pero con los carteles ya en la calle, muchos comenzaron a pretextar una serie de argumentos para zafarse del compromiso.
Y los empresarios están pasando un mal momento, además de innecesario, pues no se cuenta con el número suficiente de astados para completar los encierros.
Claro está que cada quien es dueño de su dinero y de sus toros, pero por qué al principio dicen que sí y a la mera hora cambian de opinión.
¿No era más sano decir que no estaban dispuestos a apoyar?
Hay quienes han sacado fotografías de unos becerros y argumentan que esos son los únicos que pueden aportar, cuando lo que se busca es darle seriedad al certamen.
Este ahorro que algunos están queriendo hacer puede resultar más caro a la postre, porque el objetivo de este proyecto, auspiciado por ellos mismos, es que haya novilladas, para que surjan toreros que en un futuro puedan lidiar el ganado bravo.
Sin novilleros, el relevo generacional se ve trunco, y entonces el futuro de un espectáculo que está atravesando por un momento muy difícil, se ve incierto.
Al final es triste, pero muy cierto: nosotros mismos, los taurinos, parece que somos los enemigos en casa.
guillermo.leal@reforma.com Twitter: @memo_leal2009 |