Si usted está dentro del mundo del tenis, seguramente sabrá quien es Tim Smyczek, si no, descuide, aquí se lo digo: tenista profesional estadounidense, actualmente #75 del mundo, 27 años, sin títulos, pero con un partido ante Rafael Nadal por el que será recordado toda su carrera: Torneo Abierto de Australia, enero 2015, segunda ronda: dos sets iguales, 6-5 en el quinto, 30-0 con el servicio del español. Nadal tira la pelota para sacar y un tipo grita en ese momento, el servicio se va largo... excelente oportunidad para Tim en el juego, el escenario y el encuentro más importante de su carrera. Sin embargo, en ese momento Smyczek levanta dos dedos hacia el juez de silla, señal inequívoca para que su contrincante tenga de nuevo el primer servicio. Nadal gana el punto, el juego y el partido.
Lo primero que hizo el español tras ese triunfo, fue tomar agradecer el gesto de Smyczek: "Quiero felicitar a Tim por lo que hizo en el último juego. No mucha gente lo hace con el marcador 6-5 en el quinto set".
Inmediatamente después del increíble señalamiento del árbitro Mark Geiger por la supuesta mano del panameño Román Torres, se desató una corriente que solicitaba el fallo voluntario del penal que cobró acertadamente Andrés Guardado, tema que se volvió de análisis común en cada mesa de debate tras la penosa victoria mexicana. Guardado acepta que la idea le cruzó por la mente, Miguel Herrera confiesa que desde el primer momento supo que el penal era inmerecido para su equipo. Sin embargo, la idea ni siquiera se puso en discusión: el penal debía ser cobrado y anotado. Guardado no tenía que hacerlo, nadie se lo sugirió... y no lo hizo.
Es curioso, el sentimiento de justicia hacia Panamá fue inmediato y contagioso esa noche en Atlanta, sin embargo, ese mismo sentimiento no apareció en lo más mínimo hacia Costa Rica, Selección afectada en Cuartos de Final, pocos días antes, con otro penal inexistente a escasos segundos de finalizar los tiempos extra. Ahí, en ese momento, es donde las muestras de fair play deberían aparecer, cuando se ha consumado un engaño y cuando el jugador y el equipo beneficiado lo saben. Es ahí el momento en que Andrés Guardado, en todo caso, debía contemplar la posibilidad de fallar el tiro penal... es ahí cuando los comunicadores y los justicieros debieron manifestarse, pero esa noche a nadie se le ocurrió proponer justicia para los Ticos. Esa noche Guardado tenía que hacerlo, nadie se lo sugirió y en efecto, no lo hizo.
Smyczec no tenía que hacerlo, nadie se lo sugirió y lo hizo en el peor momento para sus aspiraciones en ese partido. Eso marca la diferencia.
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