En su afán de ganar la Copa Oro, los tricolores de Miguel Herrera presentan una prueba que deberían haber presentado después.
Al enfrentar al representativo de Costa Rica, que también ha estado lejos de jugar como se esperaba, tratará esta impredecible Selección Mexicana de librar unos Cuartos de Final mucho más complicados de lo previamente contemplado.
Así le tocó jugar al conjunto mexicano por su pobre desempeño: contra los ticos prematuramente; y si la libra, contra un adversario supuestamente más accesible en las Semifinales, para después enfrentar en la Final, en caso de avanzar a ella, probablemente a la escuadra estadounidense.
En realidad, por el nivel exhibido, podemos decir que para cumplir con su propósito al equipo mexicano le faltan tres finales contra rivales de similar grado de dificultad, entre ellos los dos principales adversarios de la zona, a los que de antemano se sabía que debería vencer para ganar el torneo, y que a pesar de los pesares siguen pareciendo dos de los tres pasos obligados para buscar la obtención de un título que ya no se ve tan accesible.
Ha sido tan diferente de lo que se suponía el desempeño de varios, que ya no resultaría nada sorpresivo que a la Final llegara alguno de los no contemplados en el arranque (¿Panamá, Jamaica, Trinidad y Tobago, Costa Rica?), y que el título quedara en manos de quien por primera vez sería campeón.
Es decir, que ya no son tan favoritos los dos principales favoritos, porque al elevar algunos su nivel de juego, y al bajarlo otros, cambió por completo el acomodo de los cuatro enfrentamientos de esta segunda fase, junto con las expectativas para cada contendiente.
Y cambió también el camino para los tricolores porque no ha caminado su futbol, porque no han conseguido acercarse siquiera al nivel que sorpresivamente alcanzaron hace un año en la Copa del Mundo tras su desastrosa participación en el concakafkiano hexagonal eliminatorio.
Tan concakafkiano aquel hexagonal, como lo está siendo esta Copa Oro de bajo nivel y con partidos como el del 4-4 entre mexicanos y trinitarios, entretenido y emocionante pero evidentemente convertido en un auténtico carnaval futbolero.
Si el pasado miércoles fue altamente meritorio lo realizado por un cuadro trinitario que jugó a tope, lo del gris conjunto tricolor sigue siendo alarmante porque a su falta de imaginación ofensiva y de consistencia en el trabajo de medio campo les añadió una sorprendente fragilidad defensiva y una notoria incapacidad para manejar el partido, sus circunstancias, sus tiempos y las condiciones del rival.
Por eso al inestable Tri se le anticiparon las finales, y por lo pronto queda por verse si resuelve ante la también inestable escuadra costarricense la primera de las tres que le faltan para obtener el título.
Sería vergonzoso que no lo hiciera.
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