Más que por el buen futbol, que ha estado ausente, las primeras semanas de la Copa América serán recordadas por la rabieta inmadura de Neymar Jr. y por los dedos irreverentes del chileno Gonzalo Jara violando las nalgas de Edinson Cavani.
El desborde antideportivo del delantero brasileño no es un acontecimiento aislado sino que es una conducta que le ha seguido como sombra a su "jogo bonito". Puede ser una reacción de hartazgo a la continua agresión a la que es sometido, como justifican algunos comentaristas, o una marca en su ADN de jugador de barrio que no se borra ni con el crecimiento de la fama.
En 2010, después de jugar su primer partido con la Selección de Brasil y hacer su primer gol, el actual astro del Barcelona protagonizó una polémica con su entrenador del Santos a quien regañó públicamente por no dejarle cobrar un penalti.
"El club le exige mejorar su comportamiento tanto dentro como fuera de la cancha, con sus colegas y con sus rivales", dejó estampado el club paulista. Pese a eso, el incidente le costó la chamba al director técnico que lo había suspendido. En solidaridad con su colega, el entrenador de la Selección brasileña, Manu Meneses, decidió dejar fuera a Neymar de los partidos amistosos de octubre de ese año. Es decir, que el berrinche contra Luis Enrique en abril, cuando lo sustituyó en un partido contra el Sevilla, no fue una mera calentura. Los rivales de la Liga española, y hasta los de la Champions, acusan a Neymar de usar regates provocativos pero reglamentariamente el brasileño tiene derecho a hacer con la pelota un moño. Claro, el pelotazo que le lanzó a un jugador colombiano en la Copa nada tiene que ver con esa gracia.
Tampoco la furia de los puntapiés que le recetan o la de los insultos que le dedican no son cosa menor. La Copa América es un muestrario de tales obscenidades. Alexis Sánchez contó ante las cámaras que un jugador celeste le había ofrecido disculpas por decirle reiteradamente "cagón" durante el partido que los chilenos ganaron a Uruguay. "Discúlpame, tengo que hacerlo. Debo defender mis colores como sea", le dijo el uruguayo.
La agresión de Jara a Cavani es una pieza célebre del repertorio agresivo con el que se juega en Sudamérica. El jugador del Mainz francés había hecho lo mismo contra Gonzalo Higuaín en 2012 y en 2013 le tocó las partes (¿"las partes"?) a Luis Suárez. El "Pistolero" le dio una trompada que esa vez el árbitro no vio. "El futbol sudamericano es más permisivo que un Mundial", criticó Javier Mascherano.
O sea, los mismos jugadores que en Europa son mansas ovejitas vigiladas por las leyes de la UEFA se transforman en lobos feroces una vez que cruzan el Atlántico. ¿Será la sangre por la camiseta o, de nuevo, la histórica impunidad latinoamericana?
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