"Nadie recuerda quién termina segundo en nada" Jack Nicklaus, ganador de 18 Majors Nunca había visto un desenlace tan histórico y triste al mismo tiempo. Son difíciles las palabras para describir los 40 minutos finales del Abierto de los Estados Unidos.
Se habían jugado 69 hoyos en Chambers Bay, Seattle donde los principales comentarios se los había llevado el campo por ese aspecto "feo" y difícil de apreciar desde los ángulos que manda la televisión.
El torneo estaba siendo la clásica competencia en busca de exponer al mejor y más paciente de la semana; ningún jugador había tomado control porque el campo permitía ganarle y luego quitaba ante versatilidad bien planeada por la USGA (United States Golf Association).
Buenos golpes jugados ligeramente por lugares equivocados eran penalizados. Muestra de ello fue que sólo Dustin Johnson alcanzó a estar siete abajo del par cuando el torneo se ganó con cinco abajo.
En los tres último hoyos la pelea por el trofeo se había resumido a cuatro sobrevivientes: Louis Oosthuizen estaba cerrando con seis birdies en siete hoyos para un cuatro abajo del par, mientras su compatriota (de Sudáfrica) Branden Grace aventaba un "Fuera de Limites" en el sencillo hoyo 16, tampoco hizo birdie en el 18 y cerró en menos tres.
Johnson se estaba recuperando de tres bogies al inicio de los segundos nueve y con un birdie en el 17 se ponía en menos cuatro al salir al hoyo final. Por su parte, Jordan Spieth había peleado desde el primer día el ir y venir contra el campo y después de un sensacional birdie en el 16 se colocaba en menos seis. Parecía ya tener el control, sin embargo y de forma inédita también abrió la puerta al hacer un doble bogie en el 17.
El hoyo final se jugó el domingo como par cinco de 601 yardas. Spieth lo jugó con la maestría que le está dando rápidamente su posición de uno de los mejores del mundo a sus 21 años y con dos golpes pegó hasta el green a cuatro metros de la bandera. No embocó el águila, pero si un birdie fácil.
En el grupo final estaba Johnson y también de dos dejó a bola a escasos tres metros. Desde ahí podía con un putt ganar, con dos irse a un desempate de 18 hoyos el lunes, o haciendo tres putts entregarle el trofeo al campeón del Masters de este año (Spieth). Hizo lo tercero, potió con un poco de más fuerza el primero y el segundo lo falló desde un metro entre nervios y lo difícil que fue rodar la bola con certeza por donde se quería.
Johnson tiene con gran talento y sus triunfos lo avalan, pero también es famoso por doblarse en los momentos apremiantes en los "Majors", ahora lo hecho el 18 del domingo le quedará como el error histórico para el cierre de un Abierto.
Por su parte Speith levantó el trofeo del segundo "Major" y se convirtió en el segundo jugador más joven (después de Bobby Jones en 1923) en ser campeón del Abierto de los Estados Unidos.
Ni la tristeza de ver perder a Johnson o de la injusticia que hace las vistas en televisión a los campos tipo "Lynks" con pastos Festuca (cafés vistos desde ciertos ángulos verticales y verde a nivel del campo) estresados para crear condiciones severas diluye en mérito al gran torneo que hizo Spieth.
El golf puede ser cruel y el domingo le mostró a Johnson una de sus peores caras.
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