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La Dominguera
San Cadilla | 14-06-2015
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El futbolista que el rock salvó
 
El cohete al que se subió Álvaro Benito, efectivamente, no tenía cinturón de seguridad ni salidas de emergencia.

Desde niño quiso ser futbolista, inspirado por su padre, ex futbolista y su principal entrenador, por lo que cuando apenas tenía 14 años lo firmó el Real Madrid y se tuvo que ir a vivir a una pensión de la calle Recoletos, en la capital española.

Fue solo cuestión de meses para que el oriundo de Ávila (10 de diciembre de 1976) se convirtiera en una de las grandes esperanzas de la cantera madridista a mediados de los años 90.

Un vertiginoso camino al éxito que saltó a las primeras planas cuando el entonces entrenador Jorge Valdano lo llevó a entrenar junto a otras promesas; un tal Raúl González, un mentado Guti y alguien llamado Dani.

"Álvaro juega, con sutileza en los dominios del 10", escribió Santiago Segurola en El País, en octubre de 1994, "un zurdo con talento y futuro que escucha atento, casi solemne, los consejos de Valdano".

El DT argentino veía en esta camada el cambio generacional de los ya veteranos Michel, Butragueño, Martín Vázquez, Sanchís, Chendo y Michael Laudrup.

Debutó el 2 de diciembre de 1995 como titular deslumbrando en la goliza 4-1 ante el Sevilla por sus condiciones.

"Cronistas y técnicos elogian sin reservas el juego de Álvaro: en resumen han dicho que el sentido común de sus maniobras es un principio de madurez, que su seguridad ante el gol es una garantía de eficacia, y que la fluidez de sus escanadas es un índice de frescura", decía la crónica en El País, "sus armas están más bien en el repertorio clásico, pongamos velocidad regate y tiro, así qué tenemos en él una visión, actualizada de la vieja figura del extremo".

La salida de Valdano y la llegada de Fabio Capello solo sirvió para afianzarlo más como una de las promesas de la cantera. Álvaro era la representación del extremo zurdo que abría los partidos con habilidad y picardía, que de inmediato encontraba eco en la tribuna.

Jugó 21 partidos y metió 2 goles, por lo que fue convocado a la selección sub 21 de España: Benito iba en un cohete rumbo a las estrellas... hasta que llegó ese maldito amistoso.

 
 
LA TEMIDA TRIADA
 
Álvaro tenía 19 años ese día de 1996 que España recibió a Eslovaquia en un juego de preparación.

Extremo punzante, traía locos a los eslovacos y, en una jugada, vino el inesperado choque contra el rival, el infortunio de dejar el pie derecho atorado en el pasto y una rodilla que se rompe. La temible triada: rotura de menisco y ligamentos.

Una operación... y otra... una más... y Álvaro no podía salir adelante. Frustrado desde el cuarto de rehabilitación.

"No sabía cómo reaccionar. En el fondo tenía que estar contento porque mi equipo había ganado, pero en parte estaba triste porque no podía disfrutar esos momentos maravillosos en la cancha, como ganar una copa de Europa", dijo Benito.

La medicina de rodilla en ese entonces era primitiva comparada a la actual. A Álvaro le quitaron los meniscos, porque era lo habitual.

No podía ni pararse del sillón a la puerta porque se le inflamaba la rodilla, su madre le dispensaba diariamente hasta 5 bolsas de hielo para tratar de bajar la hinchazón.

Su padre, quien también fue futbolista y principal inspiración, lo veía sufrir y comenzó a pedirle a Dios que le permitiera a su hijo hacer una vida normal: "Que no quede, con 24 ó 25 años, cojo. Hubiera preferido que me cortasen una pierna y dársela a él".

 
 
EL CONSUELO
 
Desde la primera operación, Álvaro inició una relación de amor con una sinuosa y curvilínea amiga: una guitarra.

"¿Por qué no aprendes a tocar la guitarra? Que esto entretiene bastante", le dijo su padre, quien sabía los acordes.

Benito comenzó entonces a desahogarse con las cuerdas lo mucho que extrañaba el pasto. A perfeccionar su técnica, componer canciones sencillas, pero honestas, mientras escuchaba Green Day y demás grupos del llamado "happy punk" o "pop punk".

En la segunda cirugía lo operaron con un método diferente, pero tampoco funcionó. "Es más, empeoró las cosas, porque me cambió la forma de pisar y la de la rodilla", expresó.

En medio de la desesperación, Alfonso del Corral, director médico del Real Madrid, se lo llevó al hospital de la Universidad de Pittsburgh, en EU, a una operación entonces revolucionaria: El injerto de cadáver.

Esto sería un adelanto en la medicina deportiva española, porque en ese viaje el doctor madridista aprendería dicha técnica, y la llevaría a España.

En 1998, en un intento por volver, se iría al Tenerife, pero apenas y vería acción. Volvió, pero apenas y estaba al 50 por ciento de lo que había sido antes.

¿Existe el destino? ¿Están todas nuestras cartas marcadas? ¿O nuestras decisiones lo hacen? No lo sé. Lo que sí sé es que en el 26 de noviembre del 2000, cuando llevaba cuatro años recuperándose, sufrió un accidente automovilístico que le provocó rotura del ligamento cruzado anterior, pero ahora de la rodilla izquierda, más fractura del peroné y un esguince en el ligamento lateral interno.

Benito lo siguió intentando, pero no era el mismo. Hasta el 2002 permanecería en el Real Madrid, apenas jugando en la pretemporada. Fue vendido al Getafe, entonces en la Segunda División y con el que llegó a jugar 6 partidos.

A los 26 años, Álvaro dijo: hasta aquí.

 
 
RUIDO DE PUERCOS
 
"Siempre he dicho que el primer momento que respiré fue el día que decidí dejar de jugar", declaró al programa televisivo Punto Pelota.

En las rehabilitaciones se había hecho muy amigo de Héctor Polo, surgido de la cantera del Rayo Vallecano y quien también parecía maldecido por las lesiones, que solo le permitieron llegar hasta el Rayo Majadahonda.

Ahí coincidieron en el gusto por el mismo tipo de rock: Polo confesó que le gustaba pegarle a la batería, y Álvaro lo convenció que se juntaran al palomazo e invitaron al bajista Pablo Alonso. Así nació Pignoise.

"Yo ya tocaba la guitarra, pero como en los postoperatorios estaba muchas horas en casa empecé a dedicarle más horas y convencí a mi amigo Polo para que tocase la batería, pero sin llegar a pensar que alguna vez me dedicaría a la música a nivel profesional", narró Benito.

A sus primeros conciertos, en los que cantaban en inglés, solo iban sus parientes. Sacaron dos discos, "Melodías Desafinadas" y "Esto no es un Disco de Punk", que pasaron inadvertidos.

En el 2006 salió a la luz su tercer material, "Anunciado en Televisión" y cuyo primer sencillo, llamado "Nada que Perder", fue elegido como tema de una exitosa serie de televisión llamada "Los Hombres de Paco". El hitazo esperado. El anhelado golpe de suerte.

Pignoise realizó una inmensa gira de 170 conciertos por toda España y su material consigue disco de Platino por las ventas.

A finales del 2007 sacaron un nuevo álbum, que de inmediato es un éxito.

¿Coincidencia? ¿Amuleto? En el 2008 son elegidos para componer el tema oficial de la Selección Española en Eurocopa, que llaman "Pasar de Cuartos" (¿les suena conocida?) que se volvería en otro hitazo con el título de La Roja.

Álvaro era ahora el "frontman" más futbolero en la historia del rock en español. También hizo carrera como analista de TV en programas como "Punto Pelota".

En su corta carrera como parte del Real Madrid, Álvaro puede presumir que su nombre aparezca en 2 Ligas, una Supercopa, 2 Ligas de Campeones y una Intercontinental... y 9 operaciones.

"El futbol lo era todo y dejarlo fue un proceso tan duro que me mantuve muchos años alejado de él. Ahora ya lo he superado porque mi día a día ha cambio tanto que ahora mi realidad es otra. Sin embargo, y aunque soy completamente feliz, es algo que no se llega a superar del todo", expresó.

El misterio de qué hubiera pasado si no se atraviesa esa lesión, siempre quedará: "Fue una verdadera pena. Álvaro hubiera marcado una época en el futbol español", dijo su ex compañero Raúl.

Álvaro Benito, el futbolista que, como dice la canción "Sube a mi Cohete" (mi favorita de ellos) vivió a contracorriente: ¿Quién quiere ir despacio y seguir a tanta gente?".

 
 
 
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