Amables aficionados: hace unos años un grupo de más de 20 mariscales, encabezados por Peyton Manning y Tom Brady, solicitaron a la NFL que cada equipo manejara los balones que usaría en los partidos. La Liga lo concedió.
¿Por qué creen ustedes que se aceptó la petición?, ¿porque eran buenos ciudadanos y querían quitarle trabajo a los oficiales? No, es obvio que se hizo para que cada mariscal instruyera a sus equiperos cómo quería que le prepararan dichos balones, unos más frotados, otros no, más o menos inflados, rebotados para ablandarlos, manejados para adaptarlos, y en fin, el sinnúmero de detalles que cada pasador, dentro de sus gustos y costumbres, solicitaba para sentirse cómodo.
No son cosas graves ni relevantes, son de los arreglos entendidos dentro de una organización. Sorprendió que fuera uno de los de adentro, el gerente de Indianápolis, quién saliera con la acusación del balón subinflado, como si los de los Potros estuvieran siempre prístinos. Eso se llama en política, descobijar.
Y peor, el aprendiz de Comisionado de la Liga, en vez de enfriar un tema que no valía la pena ni tocar, se monta hipócritamente en su cajón de predicador, rasgándose las vestiduras e imitando a Blatter: "yo no sabía nada".
Con toda proporción guardada, Roger Goodell tiene un poder similar al de los Césares de la Roma imperial. No tiene límites, frente a un sindicato de jugadores invisible, castiga, multa, suspende, acorta o termina carreras, y hasta define la temporada antes de iniciarse.
Llega al extremo absurdo de nombrarse a sí mismo encargado de decidir sobre las apelaciones a las sanciones que él mismo impuso. Obviamente que está apanicado, por ejemplo, que cualquier juzgador independiente y ante la falta de pruebas cancele la suspensión a Tom Brady y las multas a su equipo.
Por eso Goodell se nombra fiscal, juez y jurado de cada caso, porque una gran mayoría se caerían por falta de elementos probatorios. Supongo que lo de Brady ya está negociado y por eso aceptó el dueño el millón de dólares de multa, pero eso no es lo importante.
Quizá los dueños, tan contento$, no estén viendo la realidad. A Goodell lo detestan la mayoría de los jugadores, y si los abucheos constantes en Chicago durante la Selección Colegial son un síntoma, una buena parte de los aficionados también.
Tarde o temprano, este ineficaz, e insensible capitán, va a encallar el barco. Si el supertanquero de la FIFA hace agua, imaginen este crucero del ovoide. Por ahora, hacemos una pausa...
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