El mundo se quedó sin el partido que quería ver; sin el Barcelona-Real Madrid que, salvo por los italianos, acaparaba la anticipada atención para la Final del 6 de junio en Berlín.
Como los equipos grandes también fallan frente a la portería oportunidades increíbles, el Real Madrid fue víctima de sus propios titubeos en la ida. No pudo resarcirse salvo unos cuantos minutos en los que el triunfo parcial le colocaba en la Final.
Juventus, equipo ordenado, incansable y de gran calidad, silenció al Bernabéu que muy probablemente se quede sin título este año. Los italianos, joya de la corona de una Liga que lucha por recuperar prestigio y brillo, merecieron clasificarse. No hay objeción sobre los merecimientos de los finalistas.
El Real Madrid trata de sanar sus heridas con el conocimiento de que vendrán cambios sensibles en el plantel y seguramente en la dirección técnica.
La estatura global de los Merengues y la personalidad de su presidente indican en automático que alguien pagará los platos rotos. Si Florentino Pérez es de los directivos que decide directamente sobre la compra y venta de jugadores y además es tan sensible a lo que se diga en la calle y en los medios acerca de su gestión, habrá de reaccionar en consecuencia como otras veces. No hay mucha gente a la que le plazca pedirle opinión.
Entre las decisiones a tomar hay una ya cocinada: Chicharito no seguirá en el equipo. Hasta hace unas semanas, Javier no estaba contemplado en absoluto. Pero lo que ocurrió con la pequeña racha que inició contra el Atlético de Madrid en la misma Champions sembró la duda justamente por la entrega de la tribuna merengue al delantero mexicano. La única forma en que el Madrid se hubiera decidido hacer válida la opción de compra -25 millones de euros- era si Chicharito hubiera sido decisivo en la recta final de la campaña, en la que pese a sus esfuerzos, el Madrid quedó al margen de la Liga y de la Champions.
El propio técnico, Carlo Ancelotti, está en duda para continuar. En la casa blanca las cuentas pendientes se pagan con muchos intereses.
Mientras tanto, la Liguilla mexicana dio sus primeros pasos con un partido para olvidar en Torreón y otro inolvidable en Pachuca. Tigres, con un ojo a la Libertadores y otro al torneo local, sacó un buen resultado de visitante.
América y Pachuca, volubles al máximo en un mismo partido, entregaron una noche de goles con tribunas parcialmente vacías. Serán los precios, serán los horarios, será el sereno. Pero en ninguno de los dos juegos hubo entradas de Liguilla. Para tomar en cuenta fjgonzalez@reforma.com Twitter: @fj_tdn |
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