La Juventus se encargó ayer de avisarle al Real Madrid que su acceso a la Final de la Champions League no será tan sencillo.
Con su mentalidad italiana a tope, el flamante campeón de su propia Liga aprovechó su condición de local y con todo merecimiento derrotó 2-1 a la poderosa escuadra merengue.
Así, todo queda para los siguientes 90 minutos (por lo menos) que se jugarán el próximo miércoles en el Santiago Bernabéu.
Ahora, les toca el turno a dos de los mejores equipos del mundo en mucho tiempo: el Barcelona y el Bayern Múnich.
En la cancha catalana del Camp Nou, las dos magníficas escuadras jugarán el "primer tiempo" de un esperado doble duelo que no se produjo en la Gran Final porque así lo determinó el sorteo.
Aunque podríamos decir que el plantel del Bayern Múnich no es tan fuerte como el del Barcelona o el del Real Madrid, es indudable que como equipo el conjunto alemán es capaz de alcanzar por lo menos las mismas alturas que los dos colosos españoles; y si con alguno de ellos comparte principios futbolísticos esenciales, es precisamente con el cuadro blaugrana.
Todo lo que en su momento supo plasmar Pep Guardiola en aquel Barcelona de hace tres años (quizá el equipo que mejor ha jugado en la historia de este juego), paulatinamente ha ido impregnándolo en esta escuadra alemana, que de hecho ya enarbolaba desde antes un estilo muy parecido y a similares niveles.
Dos equipos que respetan a ultranza la importancia de tener el balón y manejarlo con solvencia y pulcritud, de jugar a jugar y no tanto a impedir que el adversario juegue, que piensan mucho más en vulnerar la portería contraria que en proteger la propia, que disfrutan jugando y juegan disfrutando.
A pesar de ausencias importantes del lado alemán (empezando con la de Robben, sigue siendo su principal figura), para nada puede soslayarse la eficiencia colectiva de este Bayern Múnich, su capacidad para realizar en grupo lo que individualmente no se puede.
Por eso del choque de estas dos incomparables potencias cualquiera puede salir airosa, y sólo resta esperar, en aras del buen futbol, que lo haga quien mejor esgrima sus convincentes argumentos y a mayor altura lleve sus ejemplares virtudes.
Si en este duelo las probabilidades de éxito lucen equilibradas de antemano, al llegar a la mitad del otro la Juventus ya se encargó de equilibrarlas.
Y ustedes, estimados lectores, ¿por quién apostarían?
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