Llegó el día en que el futbol, extendido ya en varios países europeos, tuvo la idea de medir entre sí a equipos y Selecciones de diferentes lugares para tener una referencia de calidad.
Los ingleses, que habían reglamentado el juego, evitaban el roce con los demás porque se sabían superiores. Ni siquiera daban la oportunidad de demostrarlo.
Hungría le pegó un día un baño a los británicos, que a regañadientes aceptaron tardíamente su ingreso a la FIFA. Es curioso que quienes organizaron y pusieron reglas a este deporte, no hayan estado entre los fundadores del organismo.
El futbol mexicano padeció siempre por su localización geográfica un problema que al mismo tiempo fue virtud: no podía medirse con los clubes y Selecciones más importantes porque no era necesario. Su Eliminatoria, sencilla hasta tiempos modernos, era contra adversarios a los que siempre vencía y por ello su pase a los Mundiales era de rutina, salvo cuando lo encajonaron en Eliminatorias a una sola sede -Haití 73 y Honduras 81- en las que fracasó rotundamente y por diferentes causas.
Desde la incursión como invitado en la Copa América primero y en la Libertadores después, es un hecho que nuestro futbol le perdió el miedo a la historia y a las leyendas de los invencibles de Sudamérica porque empezó a rozarse con ellos y en muchas ocasiones, también a ganarles.
No hay datos duros que midan el índice de mejoría que ha tenido el futbol mexicano gracias a este roce, pero es un hecho que quienes han participado en estos torneos son hoy jugadores más completos.
También los equipos y Selecciones de Concacaf han crecido y puesto a México en predicamentos en varias ocasiones. La última de ellas fue la pesadilla que hizo llegar al Tri por la puerta de atrás al Mundial de Brasil.
Todo eso reapareció en la cabeza cuando Herediano, en una noche fatal para el América, parecía tener todo resuelto desde el partido de ida. El 3-0 al que se acumuló otra paliza en Veracruz tres días mas tarde, mostraba muchos platos rotos en Coapa. Gustavo Matosas amagó con presentar su renuncia.
La victoria sobre Cruz Azul y la reacción en el partido de vuelta contra el Herediano, han sin embargo vuelto a la vida a las Águilas.
Los cuatro goles de Benedetto, la tribuna pletórica apoyando al América y lo que hasta el momento de escribir estas líneas estaba sucediendo en el Azteca, hacen ver que no todo mundo sabe manejar una ventaja aparentemente definitiva, y también que algunos equipos saben resistirse a un destino aparentemente sellado.
Bien por el América y una hegemonía histórica en el torneo. Parece que el río vuelve a su feliz cauce y las pesadillas quedan archivadas en el pasado.
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