Sale sobrando decir, por ser tan obvio, que también hay cosas buenas en nuestro futbol.
Si mucho debe corregirse y hacerse para lograr que la Liga MX sea un producto de verdadera calidad, digno de ser presumido más allá de nuestras fronteras, también hay partes que no necesitan modificarse porque están bien hechas.
Debe mejorarse el trabajo de formación de futbolistas en las Fuerzas Básicas y abrirles más espacios a los jugadores forjados en México (reduciendo las plazas disponibles para extranjeros y naturalizados).
Modificar el actual sistema de competencia empezando por reducir el número de invitados a la Liguilla, para así premiar menos a la mediocridad y promover más la búsqueda de la excelencia.
Revisar la conveniencia de los torneos cortos y analizar si no sería mejor uno largo; o mantener esos dos torneos anuales pero con Liguillas de menos equipos y sin permitir tantas contrataciones e intercambios de jugadores en los recesos decembrinos.
Mayor capacitación para jugadores, directores técnicos, árbitros... y sobre todo dirigentes.
Todo eso debe hacerse para mejorar, pero mientras se mejora también debemos apreciar, por ejemplo, el equilibrio de fuerzas que prevalece en nuestro futbol.
Bienvenido ese equilibrio cuando sea realmente de fuerzas, y no de debilidades e inconsistencias.
Esa equidad de condiciones y potenciales que a veces genera jornadas tan buenas como la 12, con grandes encuentros y muchos goles bien repartidos, con un 5-4 del Querétaro sobre el León, un 4-3 del Monterrey sobre los Xolos, el 3-1 de los Tigres sobre el Veracruz, un buen duelo entre el América y el Cruz Azul con triunfo del primero por 1-0, un intenso y emocionante 1-1 entre Atlas y Chivas... y sin ningún escandaloso 9-1 como el endilgado por el Real Madrid al Granada en los españoles lares.
Mientras en nuestro futbol se hace lo necesario para acercarse en un futuro al nivel de algunas Ligas europeas, agradezcamos por lo menos ese prevaleciente equilibrio de fuerzas que entre otras cosas pone al título de campeón en cada torneo prácticamente al alcance de cualquiera.
A pesar de los pesares, con tantas materias pendientes, a diferencia de lo que sucede en Ligas más poderosas cada campeón en la Liga MX no sale entre dos o tres contendientes, sino entre 18.
Algo es algo... y eso es mucho.
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