No he estado en el cielo haciendo un repaso de mi vida, tal vez no tenga chance de llegar, así que lo más cercano a estar en el cielo creo que será haber jugado el Masters".
Fuzzy Zoeller, después de ganar el Masters en 1979 Ha llegado una de las semanas más esperadas del año para los aficionados (patrones) al golf.
El Masters, a jugarse como todos los años en Augusta, Georgia, llega una vez más como el evento premier para ver en televisión porque estar en persona parece imposible, a menos que esperes unos cinco años a salir sorteado en la rifa para la compra de boletos o que una compañía con entradas corporativas te invite.
Ese privilegio lo tuve el año pasado, fue una experiencia increíble. En mis mejores años compitiendo no llegue al Masters, aunque sí tuve el privilegio de jugar en el campo una vez.
La atmósfera creada se siente millas antes de llegar al Augusta National Golf Club, la cuidad se vuelca alrededor del torneo. El Masters ha creado su propia cultura y lenguaje, a los aficionados se les dice "patrones" y, tal como lo dice la palabra, así son tratados.
Los miembros del club se encargan de atender a jugadores, familiares y empresas. Mis ojos vieron a Condoleezza Rice, quien además de haber sido Secretaria de Estado fue la primera dama admitida en el club, apoyando a quien necesitaba orientación. En la semana del Masters, los miembros del club son verdaderos anfitriones, uno de los requisitos para ser admitido.
La historia y tradición se ha forjado por la visión de sus fundadores, Clifford Roberts y Bobby Jones, juntos trabajaron por hacer el mejor torneo proponiendo cosas en forma diferente para que el espectáculo luciera. Roberts impuso, entre otros detalles, que el score se llevara a pizarrones grandes, y con referencia de arriba/abajo del par, acomodó áreas del campo para lograr mejor visibilidad y fueron los primeros en colocar graderías para los "patrones".
En Augusta, el respeto es gigantesco, los "patrones" se comportan como conocedores, nadie corre o grita, mucho menos empujan por un lugar, de tal forma que puedes dejar tu sillita en un lugar y nadie la mueve o se sienta.
Lo más tradicional es la casaca verde, el gran distintivo de los miembros y del campeón. La prenda sólo puede ser usada por los miembros dentro del club durante el torneo o cuando atienden a un invitado. El campeón del torneo recibe una del monarca del año anterior y tiene derecho a usarla durante un año, a su regreso, al final del siguiente torneo, debe dejarla en custodia dentro de su locker en el club.
Y hablando de la casaca verde, veremos quién la recibirá este año de parte de Bubba Watson. Por los últimos resultados y juego adecuado para Augusta, creo que Jordan Spieth se apunta como el más fuerte. En lo personal me gustaría un agarrón entre él y Rory McIlroy, quien es explosivo y sabrá aprovechar el campo; mi carta silenciosa es Patrick Reed, ya lo dije. Vamos a ver cómo me va.
Hasta el próximo green.
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