"El lustre de una liga no lo da tener uno o dos equipos extraordinarios y dominantes", como apunta el ex basquetbolista y columnista del periódico El País, Juanma Iturriaga, "sino que con ellos coexistan muchos otros colectivos que den músculo a los torneos".
En teoría, esto es lo que toda federación busca, aunque de forma contradictoria, la brecha entre los clubes económicamente pudientes con el resto cada día es mayor. Y para agudizar la realidad, esto sucede a costa de los menos pujantes.
Pareciera que éste no es el caso de la Liga MX, sobre todo cuando hoy, con ligereza podemos apuntar que la jugosa chequera del América fue ridiculizada por la UdeG, Veracruz y el Herediano en la Concachampions. Además, los Xolos, con un cuarto del presupuesto, los aventajan claramente en la tabla general, contabilizando casi el doble de goles que los dirigidos por Matosas.
Pero cuando ampliamos el panorama nos topamos con otra verdad, porque si bien es cierto que en los últimos 40 meses el América ha contratado más de 29 jugadores, los millones de dólares invertidos les han sido buenos para rebasar, en seis de los siete torneos pasados, las 30 unidades, además de alcanzar tres de las últimas cuatro Finales y alzar el título en dos.
A partir del invento de los torneos cortos, de alguna manera disminuyeron las posibilidades de los equipos opulentos o, en su defecto, se incrementaron las de los carentes.
En medio de este complejo escenario, los Tigres y el Monterrey nos han regalado cuentas interesantes durante las últimas semanas.
El equipo de Ferretti, por ejemplo, sin visible merma por las dobles jornadas y viajes, amarró avanzar en Libertadores, manteniendo en el torneo doméstico un alto accionar frente a Pachuca y, sobre todo, en la casa del Santos.
Y aunque no es recomendable personalizar cuando los egos están serenos, los reflectores delatan que el callado Rafael Sobis es un excepcional media punta de corte internacional. Sus maniobras son minimalistas, simples, sin excesos, característica que lo diferencian del resto. Y sólo porque su pasaporte dice que nació en Río Grande do Sul, sabemos que es brasileño, porque con una pelota en los pies tiene ADN alemán, italiano o inglés.
También del lado de El Barrial hay un artista de composiciones diferentes. Cuando Edwin Andrés Cardona pisó "Suazolandia", pocos se imaginaban que antes de sus primeros 300 minutos en el Tec lo íbamos a llamar crack.
Ahora, el Monterrey de Mohamed es favorito para ganar la Copa. ¿No cree usted?
PD. En el futbol, como en la vida, la brevedad es hermana del talento.
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