El tiempo nos ha hecho olvidar la grandeza de Tiger Woods.
Hoy en día, cualquier tópico acerca del mejor jugador de nuestros tiempos tiene que ver con su mal momento y el posible-imposible regreso al lugar de hegemonía que bien resguardó hasta el 2009, cuando ganó 7 torneos.
A partir de que se dio a conocer el escándalo de faldas en que se había metido y la traición hecha a sí mismo, su golf empezó a sufrir las consecuencias poco a poco, como un veneno que ataca a la sangre, de tal forma que primero le pegó por la salud y ahora le ha invadido la parte técnica de su juego.
Los grandes jugadores como Jack Nicklaus, Tom Watson, Gary Player, Arnold Palmer y, por supuesto, Tiger, fortalecen su excelencia sobre tres pilares: el aspecto técnico del juego, la fortaleza mental para enfrentar los retos de la competencia y cuidan todo lo que sucede fuera de la cancha que pudiera afectar el desempeño.
Es obvio que Tiger descuidó ese tercer elemento y ahora está pagando las consecuencias.
En sus años de dominio, Tiger tenía control sobre todo lo externo que le podría afectar al desempeño e imagen hasta que descubrió que estaba encerrado en su propia trampa y huyó del juego para curar su problema.
Después, la lesión de rodilla y de espalda lo alejaron otro tanto más del juego.
A finales del año pasado quiso regresar y descubrió que tenía un problema mayor y fuera de control: su juego corto lo había abandonado y después de unos golpes horrendos, como las "topeadas y sapos" de cualquier mortal, volvió a huir del escenario.
La semana pasada dijo que su juego aún no estaba listo para competir al mejor nivel y se brincó el torneo que ha ganado 8 veces en su carrera, el Arnold Palmer Invitational, aunque hubiera sido un buen momento para reencontrarse con la confianza porque el campo le trae buenos recuerdos.
La realidad es que Tiger ha arrastrado los descuidos fuera del campo de golf a un punto crítico en su carrera, no puede huir más, ya no son los dolores de rodilla o espalda los que lo aterrorizan, sino los demonios del chip en competencia y la horrible sensación que generan.
El desempeño de Tiger cambió su rumbo desde el escándalo y hoy se está dando cuenta que el camino por donde va es muy escabroso; su gran meta de romper el anhelado récord de Nicklaus se ve imposible.
Es probable que Tiger reaparezca y vuelva a ganar, mas se antoja imposible que pueda romper el récord de 18 "Majors".
Curiosamente, fue el mismo Nicklaus quien dijo que Tiger podía superarle, siempre y cuando no sufriera alguna lesión. Tal vez Nicklaus se refería al efecto de una lesión de la mente.
Hasta el próximo green.
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