"Vergüenza, vergüenza", mascullaba enojado Cristiano Ronaldo, al terminar la humillación del Schalke 04 en el Bernabéu, el miércoles. Karim Benzema se le acercó y no atinó a decir nada, apenas una mueca en su cara. Enfiló para los vestuarios pero el capitán del Real Madrid, Iker Casillas, le obligó a saludar a los aficionados que los silbaban. Había que soportar el dolor paradójico de una clasificación a Cuartos de la Champions.
La escena retrata lo que hoy viven el Real Madrid y su máxima estrella.
Obligado por sí mismo a cumplir al máximo en cada partido y siendo alguien que busca constantemente el éxito, últimamente ha sido frecuente ver a Cristiano envuelto en un manto de críticas y señalamientos.
En la misma celebración del Balón de Oro, en enero pasado, su festejo fue ridiculizado en las redes y el acto en sí mismo sirvió para que en los programas de chismes, en los que se incluyen muchos periódicos deportivos, se hablara de la ausencia de su novia Irina Shayk. Se comentó a la par su posible separación amorosa que su premio.
Aunque tenía una ventaja considerable de goles sobre Lionel Messi, la falla en algunos partidos y la ausencia en otros ha propiciado que el argentino le alcanzara en la carrera por el Pichichi. No ha sido necesariamente un mal desempeño de Cristiano sino más bien una racha extraordinaria del jugador culé. Está a un gol de romper la marca de 31 que le dio la Bota de Oro la temporada pasada y todavía queda media Liga.
Pero, todo suma, y en este caso resta. Pocos le perdonan al 7 del Madrid su estilo arrogante que contrasta con Messi, que en eso no parece argentino (El Papa Francisco dijo que los argentinos "somos muy engreídos"). Inclusive, su ex novia rusa ha dicho que Cristiano la hacía sentirse fea e insegura.
Hace unas semanas se armó un escándalo público, por ejemplo, cuando el portugués decidió seguir adelante con la fiesta de cumpleaños que había preparado para sus 30 años. La prensa madrileña, y la catalana, se cebaron con él por haber roto el duelo que "debía" cumplir cada merengue tras la goleada 4-0 ante el Atlético de Madrid. ¿El pecado del jugador fue por mostrarse contento de celebrar su vida? Hasta ahí llega el talibanismo pambolero de fanáticos y periodistas que no separan al jugador de la persona.
El Madrid está en crisis y hasta tiene que desmentir su presidente que no piensa deshacerse del entrenador Carlo Ancelotti. Todo a las puertas del Clásico ante el Barcelona en el Camp Nou la semana que viene.
El portugués, después de tanta tormenta, propia y ajena, ha decidido enmudecer hasta el final de los torneos. ¿Podrá mantener su boca cerrada tanto tiempo? En lo que no hay duda es que seguirá hablando con goles y, si los hace, regresará el romance con los fanáticos.
De lo contrario, el Madrid se despedirá este año de la gloria y Cristiano mirará hacia otros horizontes.
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