Con la reciente demostración en la Champions League, se consolida el Bayern Múnich como uno de los principales favoritos para ganarla.
Un equipo ejemplar porque nunca deja de jugar ni de disfrutar con su juego. Ni siquiera cuando ya resolvió un partido goleando al adversario.
Al ver cómo juega este Bayern Múnich, sin querer ni poder evitarlo viene a la mente la forma de jugar del Barcelona; no sólo la de ahora, sino la de hace varios años.
Como común denominador de estos dos equipos está Pep Guardiola, cuyo caso obliga a la reflexión y plantea inevitables interrogantes: ¿Es la capacidad del director técnico en turno la que va generando equipos del tamaño del actual Bayern Múnich, o del Barcelona, o del Real Madrid, o del París Saint Germain?
¿O son los grandes jugadores (y las abundantes carteras) los que van dándole forma a esos grandes equipos, y a los técnicos lo que les corresponde es mostrar la capacidad necesaria para merecer dirigirlos?
Probablemente sea una combinación de ambas cosas, del técnico que primero adquiere las calificaciones indispensables para dirigir a grandes equipos, y después logra con su capacidad hacerlos todavía más grandes.
O el que coincide con una excepcional generación de futbolistas, lo gana todo con ellos y con esa inmejorable carta de presentación puede darse el lujo de dirigir solamente al que aspira a ser el mejor del mundo y además sabe que con él estará más cerca de lograrlo.
Como ha pasado en los últimos tiempos con Pep Guardiola, quien ha ido construyendo su propio círculo virtuoso: le tocó dirigir a incomparables futbolistas y al dirigirlos fue desarrollando una inusitada capacidad para sacarles a esos magníficos jugadores el mayor provecho posible, para encauzarlos y amalgamarlos en un equipo que llegó a jugar como ninguno en la historia de este juego.
Ahora, con el Bayern Múnich, aplica similares principios y conceptos, para así confirmar la enorme facilidad con la que dirige a los futbolistas de élite... y por eso seguirán siendo los mejores equipos quienes lo pretendan y lo mantengan en los más vistosos escaparates futboleros.
Es decir, que para círculos virtuosos generados por un director técnico, pocos tan bien redondeados como el de Guardiola.
¿Cuál otro?
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