"¿Sabéis lo que nos espera ahí, atrás de esa playa? ¡La inmortalidad!".
Diálogo de Aquiles en la película "Troya".
Si la grandeza de la eternidad obsesiona a los hombres, al privilegiado futbolista a veces le bastan 90 minutos para ser recordado -incluso- después de su muerte.
Tan pronto el autobús de los Tigres se acerque al cruce de las avenidas Alcorta y Udaondo, del barrio bonaerense de Belgrano, y avisten la puerta del mítico Estadio Monumental, cada integrante en ese autobús bien pudiera reflexionar: ¿cómo voy a salir de aquí?, ¿con la gloria en mis manos?, ¿o sin nada?
Desde que los equipos mexicanos entraron a la Copa Libertadores en 1998, son pocos los que han dado eso que mi amigo Sergio Verdirame llama "golpe de autoridad".
Quizá el mayor de éstos lo dio Cruz Azul en el 2001, cuando la escuadra comandada por José Luis Trejo jugó sin complejos ante los mejores de Sudamérica. Y aunque nunca fue superado en la cancha, el caprichoso futbol les privó del título.
Dentro de esos héroes estaban Óscar Pérez, Adomaitis, Palencia, Almaguer y José Saturnino Cardozo. El Cruz Azul mostró al Continente la mejor cara del futbol mexicano eliminando a Cerro Porteño, River Plate y Rosario Central, además de vencer en la vuelta y en la mismísima Bombonera al Boca Juniors. Pero con el misterioso destino que siempre acompañó a Carlos Bianchi, en tanda de penales, el título se quedó allá.
La actuación más memorable de los cementeros en ese certamen fue en Cuartos de Final, el 30 de mayo, cuando frente al River Plate de Américo Gallego, con más de 100 mil personas en el Estadio Azteca, aplastaron a los "millonarios" 3-0.
Paco Palencia anotó doblete y Cardozo terminó por pulverizar a un River que nunca reaccionó, sin importar que bajo su capitanía estaba el histórico ídolo Ariel Ortega.
Pero tampoco podemos olvidar lo que para muchos ha sido la derrota más humillante en Copa Libertadores sufrida por un grande como el Boca Juniors. Y ésta se dio en el 2005 a manos del Guadalajara en Cuartos de Final, cuando las Chivas les dieron un repaso a los xeneizes en la ida, el 2 de junio en el Estadio Jalisco.
Con ese Guadalajara jugaban Adolfo Bautista, Bravo, Medina y Juan Pablo Alfaro, quienes se cansaron de desbordar y hacer ver mal a los de Boca. Johnny García adelantó a los mexicanos al final del primer tiempo, pero toda la segunda parte fue un festín para los de casa, en el que Bravo, Alfaro y Bautista completaron el histórico triunfo de 4-0.
En la vuelta, José de Jesús Corona, que reforzó a las Chivas, frustró todo lo que mandó el local. El duelo siempre será recordado con la imagen del "Chino" Benítez escupiendo como vil barbaján en el rostro de Bautista, quien previamente había sido expulsado por señalar con cuatro dedos el resultado anterior.
Ahora el turno es de los Tigres. Y como lo describe Wolfgang Petersen en su versión de "La Ilíada" de Homero: "ahora te contaré un secreto, algo que no se enseña en tu templo: los dioses nos envidian. Nos envidian porque somos mortales, porque cada instante nuestro podría ser el último". ¿No cree usted?
Lo escrito, escrito está.
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