| | El triunfo entre los dedos | | Francisco Javier González | 05-03-2015
en CANCHA
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| | | | El terremoto de lo que sucedió en el Mundial de Brasil cuando se acariciaba la victoria sobre Holanda tiene sus réplicas.
Una de ellas la sufrió el Pachuca en tiempo de reposición frente al Impact de Montreal -mucho gusto en conocerlo- en el torneo de Concacaf.
Otra tuvo como "víctima" al Atlas que entonó la canción que tan bien se sabe el futbol mexicano: hizo un muy buen partido sobre todo en el primer tiempo, pero falló frente al marco de manera hiriente y luego cometió dos errores que permitieron al Colo Colo alzarse con una victoria de 2-0 mentirosísima pero que corresponde a un hecho: el futbol mexicano no sabe ganar muchos de sus partidos importantes aunque haya lapsos en que sea mejor que el adversario.
Romper las inercias culturales es sumamente complicado.
Pachuca, ciertamente, enfrentó un par de encuentros forcejeados en los que la más rudimentaria de las posturas que suelen tener los equipos canadienses surtió efecto: estorbar, ganar la pelota, mandar un pase largo y depender de la genialidad de un delantero solitario.
Es por lo tanto un futbol sin partitura. Es incómodo pero predecible. Y en el minuto 93, los Tuzos abrieron sus líneas y por lo tanto la puerta para que sucediera la fatalidad.
Pachuca, que recibirá al América en duelo estelar este sábado, juega no solo bien al futbol. Lo hace de maravilla. Pero con su generación en desarrollo llena de velocidad y talento, dejó ir una Final contra el León, fue eliminada de la Concachampions y para mayor tragedia, vio como el fin de semana pasado los Xolos revirtieron en los nueve minutos finales del partido un 2-0 para ganar el duelo también en la agonía. Tiene que aprender a ganar.
En cuanto al Atlas, hizo indudablemente un gran esfuerzo: dividió el plantel en dos para mandar a ocho jugadores a Santiago después del partido de la semana pasada en Brasil y tomó el riesgo en la Liga que el Veracruz aprovechó para golearlo en el Jalisco. Pero tal sacrificio careció de sentido al fallar tanto pese al dominio al que sometió en propio terreno al equipo chileno más popular. Se quedó como el zorro de las dos tortas.
Como el resultado es el mayor argumento que tiene el futbol -a veces es también el único-, todo lo que se diga para valorar las virtudes del equipo derrotado suena a justificación y en el mejor de los casos a anécdota. En la hoja de conclusiones eso no tiene gran peso.
¿Podrán nuestras nuevas generaciones revertir este incómodo síndrome? ¿Lo podrán hacer quienes hoy ocupan los sitios estelares de nuestro futbol?
Las derrotas honrosas hace tiempo que no son consuelo para nadie.
fjglez@mural.com Twitter: @fj_tdn | | | |
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