No cabe duda que en el futbol, como en la vida, muchas veces hay distintas formas de conseguir los mismos objetivos.
Se puede ser ganador por la vía del poderío y la espectacularidad de un Barcelona, un Real Madrid o un Bayern Munich, pero también por el camino del indeclinable esfuerzo, el impecable orden y la elevada eficiencia colectiva que suplan la carencia de las grandes individualidades.
Como en el actual caso del Atlético de Madrid, que sin contar con un plantel equivalente al de las máximas potencias españolas y europeas, lleva ya dos años peleando y jugando al tú por tú con ellas.
Peleando y muchas veces ganando, como lo hizo para llevarse la Liga en el 2014, o para eliminar al Chelsea en la Semifinal de la Champions League, o para quedarse a dos minutos de vencer en la Final al Real Madrid, o para dejar fuera de la Copa del Rey al poderoso conjunto merengue, como acaba de hacerlo hace dos días.
Podrá preferirse otro tipo de propuesta futbolística, como la enarbolada por las grandes potencias ya mencionadas, pero lo innegable y digno de reconocimiento es que este Atlético de Diego Simeone hace lo más que se puede hacer con todo lo que tiene.
Y así como en aquellos futbolísticamente muy elevados lares se puede llegar al éxito por diversos caminos, así en nuestro futbol, toda proporción debidamente reconocida y guardada, cada equipo echa y debe echar mano de distintas herramientas en la búsqueda de sus objetivos.
Entre los equipos con cartera más o menos abierta y abundantes recursos (América, Cruz Azul, Tigres, Toluca, Monterrey), uno se reforzó más que todos porque aspira a tornarse francamente ofensivo para así defender el título, otro pretende conformar un equipo nuevamente respetable tras ser colombianizado, y los otros tres apelan al equilibrio y a la consolidación de planteles año tras año fortalecidos.
Pero también están los que no pueden aspirar a planteles tan poderosos, pero sí a un futbol capaz de permitirles competir con cualquiera; como en el caso de las urgidas Chivas.
¿No les parece evidente que entre el Real Madrid y el Atlético de allá mismo hay en teoría muchísima más distancia que la que a otros niveles separa al América del Guadalajara, por ejemplo?
Y sin embargo, esa enorme distancia española en cuanto a la calidad de las individualidades el ejemplar Atlético de Madrid se encarga de reducirla y prácticamente desaparecerla remitiéndose a sólidos argumentos colectivos y a una mentalidad a prueba de lo que se ofrezca.
¿Alguien se anima a seguir ese colchonero ejemplo?
Primero habría que decidirse a seguirlo y después saber cómo hacerlo, para así demostrar que a la victoria, en el futbol como en la vida, puede llegarse por diferentes caminos.
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