| | Necesitamos creer | | Francisco Javier González | 15-01-2015
en CANCHA
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| | | | Parece mentira que el nombre de Javier Aguirre esté involucrado en un caso de posible corrupción.
El que después de varias diligencias sea parte de quienes serán sometidos a juicio por el supuesto arreglo de un partido, implica que el rumor se ha convertido en algo más. Y que hay que defender con sapiencia y convicción uno de los valores imprescindibles del ser humano: el de la honorabilidad.
Uno desea que no sea cierto. Que un personaje tan significativo para el futbol mexicano esté siendo objeto de una acusación sin fundamento. Que si acaso otros se ensuciaron las manos, el haya estado lejos de cualquier trampa.
Cuando futbolista, Javier Aguirre reconocía que su falta de dotes técnicas tenía que ser suplida con bravura, entrega e inteligencia.
Su papel en el campo era equivalente al de un gladiador que inundaba con su espíritu al plantel completo. Por eso fue capitán, por eso Carlos Reinoso en su mejor época americanista lo mandaba llamar desde la línea de banda para darle las instrucciones que sabría repartir a sus compañeros e interpretar en lo personal mejor que nadie.
Javier puso de su bolsa para irse a jugar al Osasuna y cumplir el sueño de militar en un equipo europeo. Y también sacrificó para, años más tarde, irse a capacitar al Viejo Continente porque quería ser técnico.
Quienes conocemos a Aguirre sabemos que es un hombre de casa. Su familia es lo más importante y después están sus libros, sus charlas amenas y cultas; su disposición para siempre estar aprendiendo.
Javier es el técnico mexicano más exitoso en el extranjero. Por sus números y porque no tiene competencia a ese nivel.
El futbol maneja muchos intereses de distinta índole. Hay más dinero del que debería y por lo tanto ofrece mil tentaciones ante las que un hombre cabal jamás cedería. Las apuestas clandestinas, los equipos en riesgo de descenso que premian a un tercero, las redes asiáticas y balcánicas que han manejado resultados según se ha comprobado.
Ver involucrado el nombre de Javier Aguirre nos resulta a muchos tan sorpresivo como ver a un familiar cercano que ha predicado con el ejemplo, metido en un problema inimaginable.
Javier es una de las personas que nos han hecho creer en el futbol y como todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, merece el beneficio de la duda porque su historial así lo grita.
Ojalá que todo sea mentira.
Si las pruebas determinan lo contrario, el terrible golpe no sólo será para él, sino para todos los que seguimos creyendo en una carrera llena de honestidad y entrega.
fjgonzalez@reforma.com @fj_tdn | | | |
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