Una de las dos Semifinales ha sido ya definida, y en la otra los dos equipos parecen contar con similares probabilidades de éxito.

En la cancha del Estadio Tecnológico, un América ordenado y pragmático supo capitalizar a la perfección, con un contundente 3-0, la fragilidad de un Monterrey que volvió a la normalidad después de haber ofrecido, cuatro días antes, la mejor de sus actuaciones en todo el torneo.

Y en el Nemesio Díez, tanto el Toluca como los Tigres exhibieron, además del previsible equilibrio de fuerzas, mucha mayor capacidad para impedir que el respectivo rival jugara, que para generar su propio juego, lo que derivó en un decepcionante cero-cero.

Todo esto, en una Fase Final que ha quedado a deber incluso más que la Fase Regular en lo que se refiere a la calidad del futbol ofrecido.

Si sólo falta un equipo en esa Gran Final en la que para fines prácticos ya se instaló el América, también falta un partido que sea verdaderamente digno de una Liguilla entre supuestos aspirantes al título, con ese futbol que más o menos se manifestó, únicamente, en el América vs. Pumas del Estadio Azteca.

A ver si el de Tigres contra Toluca de mañana, o alguno de los dos duelos que la siguiente semana jugará contra el América el que de ese partido salga airoso.

Como de cualquier forma este torneo contará con un campeón el próximo domingo 14, que por lo menos éste se corone jugando como tal, con un futbol que lo convierta en un brillante campeón y no sólo en un campeón reglamentario.

Que sean las propias fortalezas las que se impongan y prevalezcan, y no el simple aprovechamiento de las debilidades e inconsistencias de los adversarios.

Un torneo de mediano nivel con un inicio de liguilla que ni a mediano ha llegado, que por lo menos cierre con el mejor futbol de cada uno de los tres contendientes que siguen en la lucha.

Es decir, que de un torneo de nivel más que cuestionable, lo que salga sea un campeón inobjetable.

Como no es mucho pedir, queda por verse qué equipo es capaz de concederlo.

 
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